Jesús Manuel Ramos
Coordinador de la Dimensión Familia de la Conferencia Episcopal Mexicana

Un poco más


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A mediados del 2011, gracias a un video difundido por un sitio de noticias de Nayarit, se popularizó el concepto del FUA. En palabras del personaje que lo popularizó, “… el FUA es cuando sacas el carácter del estómago y lo vas a hacer ¡FUAAA! Y saco la fuerza, saco el carácter y ¡FUAAAA! No importa lo que hagas, no importa lo que realizas. Lo que importa es dar el extra”.



Aunque en su momento generó muchas reacciones y la expresión permanece hasta la fecha como parte del folclor popular, lo cierto es que el conocimiento de que ciertas situaciones requieren de un esfuerzo extra, no es ajeno a nuestra cultura. Ya sea que se hable de que un equipo deportivo deba “echar toda la carne al asador”, o de que una persona deba “hacer de tripas corazón” o “sacar fuerzas de flaqueza”, entendemos que la vida nos va a exigir un impulso adicional, sobre todo en situaciones de oscuridad y desconcierto.

Con esfuerzo

Quiero resaltar la importancia e impacto de este empeño adicional en la vida cotidiana y familiar, pues resulta tentador caer en actitudes que privilegian lo fácil, tratando de vivir aplicando para todo el menor esfuerzo posible. La educación en el esfuerzo es parte del proceso formativo de los hijos, que puede incluir asignarles tareas específicas en los quehaceres domésticos, hasta hacerlos responsables de ciertos temas o servicios que deben estar disponibles, independientemente del resto de sus asignaciones. Por supuesto que los hijos preferirían terminar de comer y no tener que levantar o lavar sus trastes, o quitarse la ropa y dejarla tirada en su recámara, o que alguien más saque la basura de la casa, pero en el desarrollo de esa disciplina estaremos ayudándoles a generar la capacidad de ofrecer un vigor adicional cuando sea necesario.

Observemos la realidad: hay muchas personas que llegan a su casa por la noche, agotadas por el trabajo y los desgastantes tiempos de traslado, deseando acostarse a dormir placenteramente, pero su sentido de responsabilidad los lleva a revisar las tareas de sus hijos, a preparar el desayuno o la comida del día siguiente, quizá a realizar algunas tareas de limpieza y hay quienes hasta dedican algo de tiempo para estudiar. A esto le llamo sacar el FUA en la vida cotidiana.

En la Epístola a los Hebreos 12, encontraremos cómo darle sentido a nuestro esfuerzo: “… corramos con constancia la carrera que se nos propone, con los ojos fijos en Jesús, que inicia y lleva a la perfección la fe. Él, en vista del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios”. Heb 12, 1-2

Este año que iniciamos va a requerir de mucha paciencia y nos exigirá un esfuerzo extraordinario, debido a las circunstancias que nos rodean. Indudablemente, estaremos agotados de esta lucha de varios meses, cuyo fin parece aún lejano. Muchos han perdido a seres queridos y amistades entrañables, otros estarán padeciendo los estragos de la enfermedad, el miedo, el desempleo, y carencias varias. Y aún faltan varios meses para darnos un pequeño respiro. Mi abuelo diría  ¡Ay reata no te revientes, que es el último jalón!  Yo te digo: ¡Ánimo, con Cristo, sí se puede!