Sabores y sinsabores veraniegos


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El solsticio de verano abrió la puerta al desconfinamiento, al tiempo de los reencuentros, de los paseos sin horas, de volver a admirar la naturaleza ( sobre todo para los más urbanitas). Un tiempo de promisión en el que el virus indómito parecía haber sido embridado. La gente se empezaba a acercar, a tocar tímidamente y cuando “no quedaba otra”… incluso a abrazar. “Cuando salga de esta iré corriendo a abrazarte…”, cantaba Rozalén… “y cuánto lo deseábamos y lo seguimos deseando”.



Y es que resulta incómodo esto de salir “a medias”, encontrarse “a medias”, ir a clase “a medias”, trabajar “a medias”, “decidir a medias”, “planificar a medias”, “abrazar a medias”, “festejar a medias” en esta incertidumbre prorrogada que mira al otoño de reojo y con no poco miedo.

El dolor de un tiempo de encierro

En “la mochila” llevo el dolor de un tiempo de encierro. Dolor sordo, mío y de otros, que necesita ser asentado. Llevo la solidaridad , la creatividad, la cercanía y la música que me ha acompañado. Tantos “resistiré”, Tantas “aves enjauladas” que cantaba y repetía como si no hubiera un mañana. Llevo el recuerdo de Luis Eduardo Aute con sus aleluyas, albas y utopías, el recuerdo de Julio Anguita con sus reflexiones atinadas. Llevo los aplausos de los balcones y los saludos a los vecinos de enfrente, los poemas recitados y compartidos que puntualmente llegaban cada día a mi móvil, los pensamientos positivos que al final de cada día nos daban ánimos para el día siguiente. Todo eso, y muchas más cosas, forma parte del “botín” que me llevo.

Pareja mirando el paisaje

El tiempo pasa, la gente pasa con el tiempo y el tiempo por la gente. Pero no se trata de pasar “sin más”. Hay que encarnar esta “nueva normalidad”. Y eso se logra “remando” contracorriente para poder construir una ciudadanía solidaria y empática, formada por personas sensibles y responsables que desafíen las zonas de confort distante controlado y defensivo en que el virus ha hecho coraza y que nos despersonaliza. Se trata de que este “nuevo” tiempo no deje viejos los corazones.