Ramiro Jiménez Cruz, sacerdote de la Arquidiócesis de México
Sacerdote de la Arquidiócesis de México

¿Necedad o arriesgarse?


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Todos hemos experimentado el confinamiento debido a la pandemia, todos ansiamos un retorno a la dinámica cotidiana; sin embargo, somos conscientes de que las cosas han cambiado; los modos y las maneras de interactuar se viven de manera diferente.



El desempleo hace evidente una realidad dolorosa por atender, aunque adaptarse es parte de sobrevivir; el regreso a la escuela virtual, ha sido todo un reto que nos muestra la cruda realidad de los ambientes donde los niños crecen y aprenden… unos lo tienen todo y otros simplemente un televisor sobre la mesa de la cocina; no es una cuestión de lucha de clases, sino una sana corresponsabilidad donde subsidiariamente y fraternalmente deberíamos de acompañar las pastorales parroquiales o diocesanas, para buscar que todos tengan las mismas oportunidades.

Los templos enfrentan un dilema de supervivencia, pues los gastos han rebasado el poco ahorro o la administración parroquial por muy eficiente que pudiera haber sido, sumado a que a los pocos templos abiertos van los ancianos, que a final de cuentas son los que nunca han dejado de ir… Nuestra iglesia ha envejecido y no lo queremos ver; pero más aún no queremos ni que los ancianos vayan, pero no hacemos nada para atenderlos.

Me parece que una pregunta que debería de hacernos reaccionar frente a lo que estamos viviendo y padeciendo es:

¿En qué momento dejamos de intentarlo?

¿Qué? Se preguntarán algunos: si hasta abrimos nuestra cuenta de Facebook, tocamos las campanas, limpiamos los templos, sanitizamos a la gente, abrimos la oficina, y muchas otras cosas más… En arquitectura existen dos términos que me gustan RESTAURAR e INTERVENIR; la primera de algún modo lleva a sanar el mal evidente y la segunda significa a mi gusto partir desde lo que hay y proponer una idea audaz que responda a la necesidad de lo que existe… y así la pastoral más que intervenir, invertimos todo nuestro tiempo en restaurar.

Me parece que es gran una tentación ante la urgencia pastoral, querer hacer lo mismo, de la misma manera y con los mismos recursos.

Todo mundo sabíamos que la modernidad había llegado, pero lo que no nos dio la programación pastoral por prudencia y por miedo; el Covid-19 lo dio; la pandemia nos dio una patada hacia el mundo digital que sabíamos que debíamos afrontar todos: la virtualidad; esta realidad no empobrece, al contrario nos permite entrar en una dinámica de una mayor interacción, con mayor alcance y experiencias tan diferentes que son una gran riqueza que no las da un territorio parroquial; el reto está en cómo subirse hoy a una pastoral que no quede solamente en material catequético, en transmisiones de misas impersonales, en adaptaciones forzadas de programas de evangelización que ni en lo presencial eran útiles…

Entierra tu NECEDAD que te ha llevado a mantenerte callado, oculto y negativo; esta actitud no solamente marca distancia, sino sobre todo ausencia pastoral.

ARRIESGARSE es cuestión solamente de intentarlo otra vez y muchas veces más; es leer en positivo la actualidad y al ser humano que la vive; es ver profundamente y aprender a escuchar desde el corazón, con la esperanza de que esta época nos dio un reto y lo supimos aprovechar.

 

Ram Padrenet