MIÉRCOLES
Un café con Diego y Joaquín. Cuando el fogonazo de Torre Pacheco parece diluirse. El bar es reflejo de esa diversidad que conforman hoy nuestros barrios y pueblos. Joaquín me enseña una foto de los monaguillos y monaguillas de su parroquia. Identifico los mismos rasgos en esos con quienes compartimos barra y azucarillos. No contar con ocho millones de rostros es no saber contar.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
VIERNES
Encuentro con Manu y con Fanny. El don de no relativizar, pero tampoco de dejarse enredar por lo que no toca ni corresponde. Eso no se hereda, eso se trabaja y se pone sobre la mesa cuando llega la prueba. No sé si uno que yo me sé habría sido capaz de abrazar con tanta dignidad a sus plaquetas.
SÁBADO
Primer capítulo de ‘Superestar’. Volver al ‘No cambié’, al ladrillo en el bolso, al ‘tamarismo’ como corriente mediática y social que dijo y dice mucho de lo que somos como consumidores. Y redescubrirlo desde la perspectiva de la madre. De quien es capaz de darlo todo por su hija, aun sabiéndose humillada y abandonada.
DOMINGO
“Si son gente buena, el problema está en la cúpula”. No. Son víctimas de esa estructura y en ese enjambre, por mucho que se remoce, no van a poder responder a lo que han sido llamados.
MARTES
“Entre Dios y el amor, elijo el amor”. Suena y resuena. O dicho en boca de Los Chunguitos, que también me vale: “Si me das a elegir entre tú y mis ideas, que yo sin ellas soy un hombre perdido, ay amor, me quedo contigo”. Por si esa estrofa no es suficiente, cántese otra: “Si me das a elegir entre tú y ese cielo, donde libre es el vuelo para ir a otros nidos, ay amor, me quedo contigo”. En fin, que da igual que lo canten los Salazar que Rosalía, cuando solo se busca juzgar. Y sentenciar.
MIÉRCOLES
Observatorio de lo Invisible. Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. María entra en la sala, donde se confunden ordenadores con botellas de agua, abanicos con la funda de una guitarra. “Llevo una hora en el coche con Antonio López. ¡Qué barbaridad de ser! Ahora me siento como quien ha respirado la mística de un convento y de repente te sueltan en Ibiza”. El pincel que sabe a trascendencia. Habrá que esperar para saber más.
