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Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

La mística trinitaria de Francisco


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Son tantos los cambios en estos diez años de pontificado, que invitan a pensar cuál es la clave profunda de toda esa reforma, y esta es también profunda: Francisco vive la mística trinitaria, vive en el corazón de la Trinidad, y eso revela la cultura profunda que debe dar forma a la Iglesia y a cada comunidad. Si nos damos cuenta, continuamente está entrelazándonos al amor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Francisco nos llama a unirnos al Dios Padre y Madre de todos y de ahí viene su empeño por profundizar en la comunión en la Iglesia, entre todos y con la Creación. No recurre al control institucionalista, sino que nos arraiga más hondo, en el amor trinitario. De ese amor de Padre y Madre emana la insistencia en la acogida y la integración, el lenguaje sapiencial accesible y significativo, la cultura del encuentro y del diálogo, que nadie quede descartado ni abandonado.

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Francisco nos llama a unirnos a Jesús con una profunda cultura vocacional y a hacer todas las cosas de la Iglesia al modo de Jesús. Eso se aplica al gobierno de la Iglesia: apostólico, transparente, humilde, servicial, honesto y seguro. Se expande a la fraternidad universal que trascienda bloques y rigorismos. Un estilo franciscano que hable de modo esencial, sencillo, pobre y en la cultura del cuidado. Profundamente creativo en la misión.

Unirnos al Espíritu

Francisco nos llama a unirnos al Espíritu en la historia y en cada historia, lo que impulsa la transformación sinodal y atención a las mociones de paz, alegría y la esperanza para guiarnos. Explica la superación de la hipertrofia moralista en favor de una teología moral más pneumológica o del discernimiento espiritual.

Todo se une y entrega en ese corazón trinitario: amar y servir en todo, a la vez y en todas partes.

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