Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

La economía y la belleza


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Si preguntásemos si la economía es bella, un gran porcentaje de personas nos responderían sin dudar que no, que la economía puede tener muchas cosas, pero que la belleza no es uno de sus atributos. Si buscamos en el diccionario de la RAE la definición de bello nos encontramos con que es aquello que “por la perfección de sus formas, complace a la vista o al oído y, por extensión al espíritu”. Esto nos confirma la impresión anterior. ¿Pensar que la economía es algo perfecto en sus formas que complace la vista, el oído y el espíritu? Pues parece que no, que no es algo bello. Será práctico, útil o positivo para la sociedad, pero bello lo que se dice bello, no lo parece.



Es más, podría pensarse que tampoco tiene por qué serlo, que la belleza no es algo deseable por sí mismo. La economía no tiene nada que ver con ella. Desde este punto de vista podría decirse que aquello que hacemos las personas no tiene por qué tener esta cualidad. Nuestras actuaciones en determinados campos (entre los que se incluye la economía), no tienen por qué ser bellas, tenemos otras prioridades para ellas, la rentabilidad, la eficiencia, la productividad, etc.

Sin embargo ¿Por qué tenemos que renunciar a la belleza en la actividad económica? ¿Por qué tenemos que actuar económicamente de manera que no complazca ni a la vista, ni al oído, ni al espíritu? ¿No son estos acaso estos medios por los que percibimos la realidad circundante? ¿Y no vivimos gracias a la percepción que tenemos de lo que sucede alrededor? ¿Y no es mejor que esto sea agradable que desagradable?

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Porque cuando algo no nos causa agrado, ni satisfacción, ni placer, es decir, no complace ni a nuestro espíritu, ni al oído, ni a la vista, es porque tiene algo que no nos agrada. Nuestros sentidos y, sobre todo, el espíritu están preparados para percibir de manera positiva aquello que es positivo para nosotros, aquello que nos complace. Si la actividad económica no es bella es porque está atentando contra algunas de las cuestiones que son vitales para nosotras, las personas.

Por ello la preocupación por la belleza debería ser también una cuestión clave en la economía. Porque la belleza va más allá de la estética para mostrarnos una armonía con la creación y con las personas. La belleza de una actuación humana, sea la que sea (también la económica), nos habla de humanidad, de preocupación por el otro, de construcción de una realidad mejor. Busquemos la belleza también en la economía, hacerlo no solo es posible sino necesario.