La Amazonía y los sueños de Francisco


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La depredación, las injusticias, las violencias y tantos otros males que atentan contra la Amazoníay comprometen la vida de los pueblos que habitan el bioma, han encontrado eco en la exhortación apostólica postsinodal ‘QueridaAmazonía’, del papa Francisco, que se presentó el pasado 12 de febrero del 2020.



Desde la primera hora de su pontificado, en Río de Janeiro, Bergoglio nos había revelado su sensibilidad por el bioma panamazónico. Posteriormente, en Puerto Maldonado denunció las “hondas heridas” que cargan los pueblos indígenas, y reafirmó “una opción sincera por la defensa de la vida, de la tierra y de las culturas”, anticipándose a lo que sería la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica que se celebró en Roma, entre el 6 y el 27 de octubre del 2019.

Religiosa, Amazonía

Ahora, con la exhortación postsinodal, se ha confirmado, una vez más,“la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado”(LS16). Ante la única crisis socio-ambiental que viene experimentando la Panamazonía, cada vez es más evidente que“un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”(QA 8; LS49).

El lenguaje de los sueños

A pesar de lo controvertido que han sido algunos acentos e, incluso, los silencios de Francisco sobre los temas que habían acaparado la atención mediática en el proceso sinodal –asociados, fundamentalmente, a cuestiones eclesiológicas y, sobre todo, de ministerialidad–, me inclino a pensar que el lenguaje de los sueños por el que ha optado el Papa da cuenta de su atenta ‘escucha’ a los pueblos de la Amazonía, por encima de todo. 

Los sueños de Francisco recogen el anhelo de los pueblos originarios que habitan el bioma –cuyas voces se escucharon en el aula sinodal–; su sueño “es el de una Amazonía que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un ‘buen vivir’. Pero hace falta un grito profético y una ardua tarea por los más pobres” (QA 8), según reconoce el pontífice.

Antes de la publicación de ‘Querida Amazonía’, quise indagar con una de las auditoras indígenas que participaron en las sesiones sinodales, sobre la cuestión del celibato y los ‘viri probati’. Me manifestó que prefería “no polemizar”, dejándome claro que, para ella, “el sínodo ha sido importante porque puso en alto la defensa de la Amazonía, y el ambiente que viví tiene que ver más sobre eso”.

Una amiga teóloga andina –también auditora durante el sínodo– me dijo que tenía la impresión de que “el Papa va corazonando al ritmo de los latidos de los pueblos indígenas porque él presenta en la exhortación cuatro sueños, no los llama directrices, principios o desafíos… sino sueños. Para muchos pueblos indígenas los sueños son como mapa para construir realidades, son fuerza que impulsa y construye, no es algo irreal, como para algunos modos de pensar occidentales, sino los sueños con realidades futuras, ¡cercanas!”.

No sé si las hermenéuticas sobre los sueños de Francisco, a las que venimos asistiendo en la primera semana que ha seguido a la presentación de ‘Querida Amazonía’, hace parte del itinerario o, mejor, de estos “mapas para construir realidades” que se anidan en la cosmovisión de nuestros pueblos originarios. ¡Tal vez! Lo que sí creo es que debemos volver a la Amazonía ya no solo para devolver el Sínodo a sus auténticos gestores, sino para ‘corazonar’ con ellos la exhortación. Y tengo la impresión que los más jóvenes nos aventajarán. El profeta Joel nos lo había anticipado:

Vuestros ancianos soñarán sueños,

vuestros jóvenes verán visiones.

* Director de Comunicación y Mercadeo de la Universidad de La Salle (Colombia) y coordinador del portal VidaNuevaDigital.com en Colombia.