El premio
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha participado los últimos días en la llamada “semana grande” de la ONU. La asamblea general del organismo que acoge a dirigentes de todo el mundo entre los que, en los últimos años, se han ido incrementando las voces críticas contra la propia institución ante el cabreo generalizado por la situación mundial.
Durante sus días en Nueva York ha hecho varias entrevistas y participado en algunos coloquios con preguntas de periodistas tras un año de escasas comparecencias en formato periodísticas en España.
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Más allá de los cuestionamientos que los partidos de la oposición –y la menguante ala crítica de su partido– le hacen desde España; el presidente ha recibido significativos apoyos. Está acostumbrado el dirigente a recibir el apoyo incondicional de sus ministros –en los últimos días juzgando a jueces y tribunales populares–, pero últimamente hay quien ha ido un poco más allá.
El primero de esos elogios ha sido en un tono distendido y más bien provocado por el entrevistador. Y es que el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, fue forzado a elegir entre Donald Trump y Pedro Sánchez como candidato a Premio Nobel de la Paz.
Al propio entrevistado le hizo gracia la extraña pregunta y respondió que lógicamente Pedro Sánchez merecía dicho reconocimiento, al menos, “mucho más que Trump”. Esta prudente coletilla puede haber sido al menos un reconocimiento tácito de que una defensa cerrada de Sánchez como candidato a los premios de la Academia sueca podría interpretarse como una pasada de frenada.
Por cierto, me parece que lo mismo podría escribirse al respecto de una situación similar con cualquiera de los otros líderes políticos españoles de la actualidad.
El proceso
Pero ha habido otro significativo apoyo del que informaba esta página el pasado viernes. Ocurrió el 25 de septiembre durante el pleno ordinario de la Diputación de Granada. Su impulsora fue la diputada socialista Paqui Santaella, que participaba en un debate sobre dependencia.
En ese contexto, la política se lanzó a defender la gestión del presidente Sánchez y se vino arriba hasta tal punto que concluyó su intervención llena de entusiasmo proclamando que “algún día lo haremos santo o lo elevaremos a los altares, cada uno elige a sus santos”.
La reacciones no se hicieron esperar y en el propio pleno despertó algunas sonrisas y precisamente por el hecho de que Santaella poco antes acababa de denunciar los pagos pendientes de tres mensualidades en dependencia a los ayuntamientos dirigidos por el Partido Popular de la provincia.
Y es que la socialista se disponía a hablar del proceso de beatificación de Sánchez tras acusar también a los ‘populares’ que recurrían a Sánchez como “muletilla” para justificar cualquier cosa –algo muy extendido también en los últimos meses en la labor de oposición del PP–.
“Lo nombran para todo, pero habrá que reconocer lo que ha hecho por la dependencia”, clamó Paqui Santaella, antes de pronunciar la fórmula de canonización y aclamar a “San Pero (Sánchez)”. Esto el PP se lo tomó a broma y en redes sociales anunciaron en tono irónico que “comienza la recogida de firmas para hacer santo a Pedro Sánchez”, como se lee en la noticia de Vida Nueva.
El milagro
Sin duda la polarización provoca que el debate vaya subiendo de excesos y de tono a cada paso del camino. Esto hace que una diputada provincial afirme eso hablando de dependencia y se quede tan satisfecha por su intervención.
Es algo que no extraña al debate público porque calca las técnicas habituales de otros parlamentos superiores en los que cada titular cuesta y la gestión parlamentaria cotidiana aburre o es imposible de resumir en dos patadas.
Tampoco extraña cuando de un tiempo a esta parte se multiplican los anuncios de propuestas legislativas y de resoluciones, pero no se sabe si del todo estas se han materializado.
Ante este panorama general, cabe preguntarse si la diputada defiende la “santidad en el mundo actual” que propuso el papa Francisco en ‘Gaudete et exultate’ en sintonía con la llamada universal del Vaticano II; o, ¿qué tipo de santidad tiene en mente? ¿La santificación del trabajo del ‘Opus Dei’, el ‘ora et labora’ de san Benito o quizá solo la exaltación que genera un retablo del barroco? Francisco reivindicaba a los santos “de la puerta de al lado”, a la “clase media de la santiadad”. Este es el número 7 de ‘Gaudete et exultate’:
“Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad» [Cf. Joseph Malègue, ‘Pierres noires. Les classes moyennes du Salut’, París 1958]”.
Ahora bien, ¿a quién tiene Pedro Sánchez en la “puerta de al lado” de Moncloa? La pregunta es más delicada que nunca en estos días, ya que se van acumulando las noticias en torno a la gente de su entorno con las que comparte vivienda. Y estas noticias del ámbito judicial no hablan de una vidavirtuosa.
Es verdad que siempre queda el recurso a la persecución, al martirio incruente de quien sacrifica lo que es y lo que tiene por un bien mayor.
Francisco observaba en tantos gestos concretos “la santidad de la Iglesia militante”, pero no precisaba su forma de ver la santidad ordinaria en los políticos y líderes mundiales.
Ahora bien, al recibir en el Vaticano a Pedro Sánchez, el 24 de octubre de 2020, inusualmente cogió el micrófono cuando la señal televisiva estaba pinchada y quiso mandarle un recado y, con él, a toda la clase política española: “Las ideologías sectarizan, las ideologías deconstruyen la patria, no construyen. Aprendamos esto de la historia”. Y así durante ocho minutos.

