Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

“Ensimismados”


Compartir

El otro día una amiga me comentaba que estaba muy en sí misma. Que estaba haciendo un proceso bonito (desde su punto de vista) en el que cada día estaba más centrada en ella, en el que iba descubriendo poco a poco qué era lo que más quería en este momento y qué era lo que no le venía bien. Esto le daba paz, le hacía sentirse más a gusto consigo misma y le estaba llevando a tomar decisiones sobre algunos aspectos de su vida y dejar espacios donde había estado muchos años pero que se le quedaban cortos ahora.



Esta conversación me ha llevado a escribir este artículo titulado “ensimismados”, lo que podría ser el título de un documental que hablase sobre las personas y la sociedad de la actualidad. El tema coincide, además, con uno de los temas clave de la Encíclica ‘Fratelli Tutti’ que estoy trabajando en la actualidad y de la que voy a escribir algún artículo más.

Porque una de las denuncias que hace Francisco como más habituales en nuestra sociedad es, precisamente, este ensimismamiento, esta sociedad auto-referente, que se pone a sí misma como referencia de los demás y de lo otro. Esta sociedad y todas las personas que se miran tanto a sí mismas, que están tan preocupadas por lo suyo, a quienes les es difícil darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, de lo que está pasando más allá de las fronteras de su ser.

Francisco utiliza esta palabra en el número 73 de la encíclica cuando, hablando de la parábola del buen samaritano dice que “hay muchas maneras de pasar de largo que se complementan: una es ensimismarse, desentenderse de los demás”. Esto es precisamente ensimismarse, “sumirse o recogerse en la propia intimidad” (Diccionario de la RAE) de manera que lo de los otros no nos interesa o, directamente, nos repele.

Abrirnos al otro

Por ello nos es difícil abrirnos al otro, escuchar, parar y atender a quien necesita de nuestra ayuda. Porque normalmente no nos damos cuenta y, si lo hacemos, no tenemos tiempo porque lo necesitamos para nosotros, para lo nuestro, para los nuestros. Vivimos ensimismados en nosotros y en lo nuestro, el resto de la creación queda a un lado, no nos interesa.

Solo nos abrimos a aquello que nos trae algo positivo, que nos permite mejorar o que hace realidad alguno de nuestros deseos. Aquello que nos cuestiona, que nos incomoda o molesta, dejamos de verlo como una oportunidad para el crecimiento, como una apertura a la providencia y pasa a ser algo que tiene que ser eliminado de mi vida, aunque me haya traído con anterioridad cosas nuevas.