Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Ensalzar la laboriosidad


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El libro de Proverbios ensalza el camino de la laboriosidad como la manera más adecuada de buscar nuestro pan de cada día. “El que cultiva su campo se hartará de pan, el que va detrás de quimeras se hartará de miseria”. (Prov 28,19) Este proverbio resume de una manera magistral lo que desarrollan los otros que tratan sobre el mismo tema. Más vale el trabajo de la hormiga, el que todos los días hace un poquito y así va logrando lo que necesita para vivir, que aquel que busca los negocios estrella para lograr ganar mucho en poco tiempo.



Porque realizar el trabajo del día a día no es un camino para enriquecerse, sino un camino para disfrutar de la vida, para disfrutar de la existencia, para poner una actividad humana al servicio del propio desarrollo y del de los nuestros. Ante muchas personas que lo único que desean es un golpe de suerte para enriquecerse de manera rápida, este libro ensalza a las personas que saben disfrutar con su laboriosidad, que saben ganarse el pan de cada día con un trabajo honrado y constante que les lleva a obtener todo aquello que necesitan.

El libro de Proverbios menosprecia al perezoso, al que sestea, a aquel que con su indolencia arruina su hacienda (Prov 6,6-11). Porque tan malo es buscar el enriquecimiento rápido, que no hacer nada para lograr los bienes que son necesarios para la vida. Las dos actitudes están en la misma línea, en la negación de la capacidad del trabajo y la laboriosidad, no solo para tener una hacienda provechosa, sino también para disfrutar de la vida y de la existencia a través de la labor que realizamos. El trabajo continuo y bien hecho es el que logra los mejores resultados. Tal vez no haga ricos a los que lo practican, tal vez no es un camino rápido para acumular beneficios, pero sus frutos son duraderos y aguantan mejor las adversidades.

Tareas inútiles

En nuestros días esta clase de trabajos parece gozar de poco prestigio social. Las labores de hormiga, del poco a poco, las que permiten vivir bien a quien las realiza a costa de su esfuerzo diario, parecen inútiles o absurdas. Las dos opciones que parecen gozar de mayor predicamento son: lograr una ocupación en la que haya poco que hacer para conseguir los ingresos necesarios sin mucho esfuerzo o realizar una actividad muy trabajosa con la que uno se puede enriquecer.

Esto lleva a que, frecuentemente, las personas que llevan adelante trabajos laboriosos con los que solamente obtienen lo necesario para ganarse la vida honradamente, sientan que su trabajo es de segunda categoría o al menos que es considerado así por los otros. Es necesario, por tanto, que nuestra sociedad vuelva a poner esta clase de trabajos en el lugar que le corresponde. Que los mejores se vean atraídos por este tipo de actividades y no por negocios rápidos o por la pereza de trabajos cómodos en los que hay que realizar poco esfuerzo.