Cardenal Cristóbal López Romero
Cardenal arzobispo de Rabat

En Rabat, una nueva-vieja capilla


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Desde hace más de cien años, las Franciscanas Misioneras de María (FMM) están presentes en Marruecos, y concretamente en Rabat; durante décadas, dirigieron un complejo que comprendía maternidad, escuela de enfermeras, internado para chicas jóvenes estudiantes y orfanato para los niños abandonados. En medio de ese gran conjunto, en pleno centro de la nueva Rabat construida bajo el Protectorado francés, había, lógicamente, una capilla; en ella fueron bautizados centenares de niños, llevados allí por sus padres directamente desde la maternidad.



Hace ya un tiempo, las religiosas FMM, no pudiendo mantener todos los servicios, los dejaron, uno tras otro, en manos del Estado marroquí. Lo lógico era que la comunidad saliese del lugar, máxime cuando hubo que renovar todos los ambientes y se necesitaron los locales ocupados por la comunidad religiosa.

Pero no fue así. El Estado marroquí (propietario del terreno y de los edificios), a través de sus autoridades e instituciones, dijeron a las religiosas que esa era su casa y que debían quedarse allí, aunque su presencia fuese testimonial. Tan claro lo tenían, que construyeron una nueva casa para la comunidad religiosa. Mi predecesor recibió oficialmente las llaves de la “Casa de las Hermanas”: ninguna trabaja ya en la obra… pero están allí, en su casa, al lado de los niños huérfanos o abandonados.

Este gesto ya habla por sí mismo, pero hay que añadir un detalle: la capilla. Fue afectada por las obras de transformación. Ya no se necesitaba porque su uso se limitaba a la comunidad religiosa, que podía tener una capilla en su nuevo edificio.

Pues no señor. La princesa que preside la Liga Marroquí de Protección de la Infancia se empeñó en que la capilla debía ser recuperada y puesta a disposición de la comunidad cristiana, porque era un patrimonio religioso que no podía perderse.

Diálogo interreligioso

Las obras han sido largas y costosas… pero he tenido la satisfacción de re-inaugurar la capilla con una bendición y celebrando la eucaristía. Es una preciosidad, una pequeña joya de arte marroquí y de belleza litúrgica.

Lo más interesante es que el proyecto ha sido hecho y las obras han sido dirigidas por un arquitecto musulmán… especializado en recuperación de iglesias cristianas y sinagogas judías.

¿No es esto verdadero diálogo interreligioso? ¿No es esto una experiencia de fraternidad más allá de las diferencias, que nos distinguen pero no nos separan?

¡Bienvenida y bendecida, vieja-nueva capilla!

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