Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

El espíritu del economicismo


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A principios de Septiembre, Agustín Domingo Mortalla impartió una conferencia en un seminario sobre Economía Civil en la que afirmó que “en economía es determinante la vida del espíritu”. Alguien podría pensar que algo tan materialista o interesado como es la economía carece de espíritu. Pero si consideramos que el espíritu es algo inmaterial que está en nuestro interior y que nos impulsa a actuar de una manera u otra, podemos entender mejor la afirmación de mi amigo Agustín.

Hablar del espíritu de la economía no es una novedad. El libro de 1905 escrito por Max Weber y titulado ‘La ética protestante y el espíritu del capitalismo’ ya lo señalaba, pero cómo este ha impregnado la vida de muchas personas es un tema que resulta clave a la hora de comprender el triunfo del economicismo en la actualidad. Según la Real Academia por economicismo entendemos el “criterio o doctrina que concede a los factores económicos primacía sobre los de cualquier otra índole” y creo que es claro que esto se da, no solo en muchas instituciones, sino en el corazón de una gran cantidad de personas que (con frecuencia de manera inconsciente) ponen la economía y sus elementos por encima de cualquier otra variable.

Por ello es necesario quitar el velo de esta espiritualidad (desvelarla) para ser conscientes de cómo el economicismo, basándose en la ciencia económica, trasciende los dictados objetivos de cualquier ciencia para transformarse en un horizonte que promete una salvación para aquellos que lo persiguen y ofrece una manera de vivir adecuada a la consecución de esa meta.

El triunfo de esta espiritualidad economicista se basa en que no actúa sobre la mente de las personas sino sobre sus corazones. El credo economicista seduce y encanta a las personas. No necesita convencerlas, no sigue un proceso racional, sino un proceso emocional que se introduce en lo más hondo de las personas y logra que estas tengan un estilo de vida basado en las ansias de tener más como el camino para alcanzar un bienestar material que no puede tener otra consecuencia que la felicidad.

Ante la fuerza aplastante de la espiritualidad economicista, no es suficiente el esfuerzo racional de mostrar los problemas de un modo de vida basado en ella, sino que es necesario encantar con otras espiritualidades que aporten realmente una vida plena a las personas.