La Iglesia católica ha sido señalada de perseguir hasta la aniquilación al deseo amoroso como si fuera un enemigo de la felicidad humana. Nos recordaba el papa Francisco en su exhortación ‘Amoris laetitia’ que Dios ama el gozo de sus hijos. Anteriormente, Benedicto XVI, en ‘Deus caritas est’ cuando afirma que la Iglesia, fiel a las Escrituras, no rechaza al ‘eros’ como tal, “sino que declaró la guerra a su desviación destructora, puesto que la falsa divinización del eros […] lo priva de su dignidad divina y los deshumaniza”.