"Nos hemos quedado con el papel del regalo y no hemos visto lo que esconde el libro de Sarah. El cardenal dice que 'el sacerdote debe ser una persona llena de rectitud, vigilante, que se mantenga erguido. Luego está la necesidad de servir'. Sugiere una figura del sacerdocio muy alejada del evangelio. El sacerdocio que presenta es el gran peligro, porque arrastra a la Iglesia".