León XIV ha recibido esta mañana en audiencia a un grupo de niños y niñas de la Acción Católica. “¡Qué alegría encontrarnos tan cerca de la Navidad del Señor Jesús!”, les dijo el Papa al darles la bienvenida, acompañado del presidente nacional de la asociación, su asistente eclesiástico general y los responsables del equipo educativo.
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El Pontífice agradeció el “entusiasmo” de los más pequeños, “testigos de la belleza de la Acción Católica”, y recordó que el nombre de la organización “dice bien su identidad: sois discípulos de Jesús, testigos de su Evangelio y compañeros de camino con toda la Iglesia”.
Inspirado por el lema de este curso para la sección infantil, ‘Hay sitio para todos’, León XIV les animó a mirar el belén y a reconocer en él la acogida sin exclusiones que ofrece el Niño Jesús. “Sí, alrededor del Señor, que se hace hombre para salvarnos, ¡hay sitio para todos!”, exclamó. “Cuando el Hijo de Dios viene al mundo no encuentra espacio en una casa, pero llama a nuestro corazón precisamente mientras abre el suyo para acoger a todos con amor”.
Ante el pesebre, pidió al grupo que su oración se convierta en una súplica para ser “como los ángeles que anuncian la gloria de Dios y la paz a los hombres”. Una paz que no es solo la ausencia de guerras, sino “una amistad entre los pueblos fundada en la justicia”.
La paz, un don del corazón
El Papa instó a los niños a convertirse en constructores de paz, recordando que ese esfuerzo empieza en lo más cercano: “La concordia y el respeto comienzan en nuestras relaciones cotidianas, en los gestos y palabras que intercambiamos en casa, en la parroquia, con los compañeros del colegio y del deporte”.
Por ello, antes de la Nochebuena, los animó a “pensar en una persona con la que hacer las paces”: “Será un regalo más valioso que los que se compran en las tiendas, porque la paz es un don que solo se encuentra en el corazón”. Para León XIV, este gesto resume el carisma de la Acción Católica: “Hacer la paz es una ‘acción católica’ por excelencia, porque es el gesto que nos convierte en testigos de Jesús, el Redentor del mundo”.
El Pontífice concluyó su discurso citando a dos modelos de santidad juvenil —Pier Giorgio Frassati y el beato Carlo Acutis— e invitando a imitarlos con “una fe encendida por la caridad”. “Actuando como ellos, vuestro anuncio de paz será luminoso, porque en compañía de Jesús seréis verdaderamente libres y felices, dispuestos a tender la mano al prójimo, sobre todo a quien se encuentra en dificultad”.