Tras el peregrinar del Adviento, en la Nochebuena de este 2025, en la misa del gallo, se proclamará el Evangelio de Lucas. Hoy, como hace 2.000 años, un ángel será el encargado de explicar la razón de ser de estas fiestas: “No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
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Dios se hace niño, pequeño, frágil. Dios se encarna, se hace carne vulnerable. Dios se hace pobre entre los pobres. El Todopoderoso se abaja en un misterio insondable que solo se puede acoger desde la humildad de unos vecinos que supieron escuchar a aquel emisario sin dejarse enredar por razonamientos sesudos.
El acto de fe de aquellas mujeres y hombres del campo, de la periferia, de una religiosidad popular tan sencilla como auténtica, debiera ser el referente para cualquiera que busque acercarse hoy a adorar al Hijo de Dios.
El acto de fe de aquellos sabios de Oriente que decidieron aparcar sus distinguidas labores para emprender un camino largo y tortuoso, dejándose orientar únicamente por el destello de una estrella, habla de la necesidad de acoger lo inesperado, de saber estar atentos a los signos de los tiempos frente a la tentación de una planificación tan minuciosa como cerrada en sí misma.
Unos y otros se abrieron a esa gracia del asombro a la que, de forma constante, apelaba el papa Francisco, a la capacidad para dejarse deslumbrar por la sonrisa de un bebé acunado en los brazos de su madre en un lugar recóndito, en Belén. Sin embargo, este asombro corre el peligro de diluirse en medio de la rutina, del espumillón de la polarización y la crispación, de los adornos del ego, de los brindis burbujeantes del activismo efectista, de las luces de neón que abruman lo mismo en las calles que en la pantalla del móvil a golpe de un scroll infinito que lleva a perderse en un entretenimiento tan banal como peligroso.
Avivar el corazón
“Al acercarse la Navidad, tengamos cuidado de no dejarnos llevar por la actividad frenética”, ha alertado León XIV en la catequesis previa a la que será su primera Epifanía como Papa. Para el Pontífice, urgen tomarse “tiempo para mantener nuestro corazón atento y vigilante mientras esperamos a Jesús, para que su presencia amorosa se convierta para siempre en el tesoro de nuestra vida y nuestro corazón”.
El relato que ‘Vida Nueva’ ofrece a sus lectores para estos días es una invitación precisamente para avivar el corazón, sabedores de que “Navidad es darse”, como dice uno de los personajes de la narración. Sabedores de que Dios, en Jesús, es el primero en darse.
