A fines de noviembre ocurrió el desastre de inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra que afectó a tres provincias de la isla de Sumatra: Aceh, Sumatra del Norte (Sumut) y Sumatra Occidental (Sumbar)… El ciclón destruyó 52 distritos y ciudades.
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Hasta ahora, según las medias de comunicaciones nacionales, hay más de 900 muertos y más de 200 personas desaparecidas. Aún no se puede cuantificar la magnitud de los daños a la infraestructura ni las pérdidas sufridas por los residentes.
Diversas enfermedades
Esta situación se ve agravada por la falta de agua potable, refugios e instalaciones sanitarias adecuadas, y la propagación de diversas enfermedades como el cólera, así como las infecciones respiratorias agudas (IRA) y diversas enfermedades de la piel. Las lluvias extremas han provocado el desbordamiento de ríos, inundando zonas residenciales, dañando el acceso por carretera e interrumpiendo las comunicaciones y las redes eléctricas. Sin embargo, en medio de estos difíciles desafíos, el espíritu de solidaridad de las iglesias y las redes humanitarias sigue siendo fuerte.
Yo, mientras tanto, vivo en Yogyakarta, en la Isla de Java. Es otra isla diferente de la Isla de Sumatra, donde ocurrió la inundación repentina que causó daños enormes. No vivo en carne esta situación difícil. Aun así, a través de las noticias en los medios de comunicación y las actividades humanitarias que se realizan en las parroquias de aquí, puedo transmitir que la Iglesia está muy receptiva a esta situación, es solidaria y se preocupa por el sufrimiento que vive la gente de allí.
La Iglesia actuó de inmediato. Desde sus púlpitos, hizo un llamado e invitó a sus feligreses a brindar atención y ayuda. Al mismo tiempo, estableció inmediatamente equipos y puestos de socorro para recibir ayuda y coordinar su rápida entrega.
Actuación en red
En una comunicación de la Iglesia se vio que, desde el primer día del desastre, las parroquias en los sitios afectados han colaborado abriendo puestos de ayuda de emergencia de forma independiente para asistir a los residentes afectados. Se proporcionó asistencia en forma de alimentos, agua potable, equipos de seguridad, suministros para bebés y refugios temporales lo más rápido posible, aunque el acceso en algunas zonas sigue siendo difícil.
Esta iniciativa inicial sentó las bases fundamentales para un trabajo colaborativo más específico. Mientras tanto, todas las diócesis y las parroquias del país continúan recaudando fondos y proporcionando alimentos, medicamentos y otros tipos de ayuda. Además, no son pocos los feligreses que se han ofrecido como voluntarios para ayudar directamente en las zonas afectadas.
En otro lugar, Cáritas Indonesia (Fundación KARINA-KWI), junto con la Red Cáritas-PSE en las diócesis afectadas, actuó con rapidez para ayudar a las víctimas. Apenas unos días después de las inundaciones, se estableció un puesto de servicio humanitario en la aldea de Hutagodang, en el distrito de Sungai Kanan, en Tapanuli Sur.
Fondos recaudados por Cáritas
En su comunicación especial, Cáritas Indonesia afirmó que, hasta la fecha, los fondos recaudados de la comunidad a través de ella ascienden a 1.800 millones de rupias. Para acelerar el proceso de recuperación, también acepta asistencia para necesidades prioritarias como generadores de agua, mantas, lonas impermeables, tiendas de campaña, arroz, aceite de cocina, botas, utensilios de cocina, uniformes y equipos escolares, cubos, artículos de aseo personal y ropa nueva. Cáritas Indonesia se niega a aceptar alimentos caducados, bebidas envasadas, comida instantánea y ropa usada.
Una vez más, la Iglesia demuestra un auténtico testimonio de vida, fiel a su identidad como discípulos de Cristo. La Iglesia abre la puerta del Jubileo y nos invita a ser peregrinos de la esperanza. Así, vive actualmente esta llamada jubilar con toda su autenticidad.
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Marcelino Leo Lando es un religioso escolapio de Indonesia.