José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Ex vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

¿De plano? o ¿por lo pronto?


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Una amiga del Grupo de Jesús al que acompaño, opuesta al celibato sacerdotal obligatorio, y al veto impuesto a las mujeres para acceder al presbiterado, comentó en el retiro de la semana pasada: “¿de plano el papa León XIV no promoverá el diaconado femenino?”.

 

El comentario surgía a propósito de las notas que circularon estos días sobre las conclusiones del estudio sobre las mujeres y el diaconado, presentadas a Prevost Martínez. El documento, elaborado por una comisión ad hoc durante un año, y presidida por el cardenal Giuseppe Petrochi, fue encargado por el difunto papa Francisco, para discernir la posibilidad de admitir a las damas al diaconado, como parte del sacramento del orden, hasta hoy reservado a los varones.

El informe, si bien no respalda la creación de diaconisas, refleja cautela, pues aunque desde su perspectiva no se justifica abrir esa vía, de acuerdo a los datos bíblicos, históricos y teológicos, subraya que su juicio no puede considerarse definitivo, y deja la puerta abierta para ulteriores análisis y planteamientos del tema.

Recordemos que en las recientes asambleas sinodales fueron muchas las voces que sugerían dar el paso adelante, y aprobar este ministerio. Argumentaban también razones válidas desde la Sagrada Escritura, la historia de la Iglesia -sobre todo en sus orígenes- y la teología, cada vez más abierta a la plena incorporación femenina a todos los servicios eclesiales.

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Sin embargo, la razón de más peso es práctica y experiencial: muchas comunidades, sobre todo rurales, son atendidas de hecho por religiosas, catequistas y agentes de pastoral laicas, ante la ausencia de presbíteros y diáconos varones. Instituir como diaconisas a esas servidoras sería oficializar algo que ya se está experimentando.

Y, todavía más importante, esas ministras atienden en especial comunidades muy pobres y marginadas, viviendo así la esencia del diaconado -servir a los más desfavorecidos-, a diferencia de los diáconos permanentes que, sobre todo en las zonas urbanas, se dedican más a oficios litúrgicos y menos a la pastoral social.

El tema, entonces, seguirá estudiándose y, estoy seguro, tarde o temprano -quizá más bien tarde- tendremos a las mujeres en este ministerio. No sé si León XIV se atreva, o su sucesor, pero algún día llegará. Por ello le respondí a mi amiga: “¿de plano?, no. Por lo pronto no, pero algún día será sí”.

Pro-vocación

Mañana lunes se cumplen 50 años de la Evangelii Nuntiandi (del anuncio del evangelio), Exhortación Apostólica de Pablo VI, acerca de la evangelización en el mundo contemporáneo. Yo iniciaba mis estudios de teología en ese 1975, y un profesor me obsequió el texto. “Léelo” -me conminó-. “Será un documento clave para el futuro de la Iglesia”. No exageró.