Libertad provisional sin fianza con la obligación de personarse periódicamente en sede judicial. Así se resuelve la noche en el calabozo que han pasado la ex abadesa de Belorado, sor Isabel de la Trinidad, y de sor Paloma, después de ser acusadas de presuntos delitos de apropiación indebida agravada, al recaer en bienes de patrimonio histórico y receptación. Por otra parte, la Guardia Civil, tras completar su atestado, ha puesto en libertad al anticuario leonés que está siendo investigado por el delito receptación.
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Después de prestar declaración durante una hora, las dos clarisas excomulgadas abandonaban el Juzgado de Primera Instancia de Briviesa a pie. “Mi experiencia es dura, muy dura, te ves entre paredes blancas, en un primer momento pensé que me podía dar una especie de ataque de ansiedad”, comentó la lideresa del grupo, de nombre civil Laura Gil de Viedma. “Gracias Dios después de rezar como en toda mi vida ya se pasó y gracias a Dios estamos libres como pajaritos”, añadió.
Pared con pared
“Impresiona mucho que te hagan la foto con la regla detrás, que te hagan ponerte de perfil…”, reconoció sor Paloma, que durmió en una celda contigua de su compañera con la que pudo estar en contacto: “En algún momento le decía: ‘Madre, ¿cómo estás? Y ella me contestaba”.
El abogado de las monjas, Florentino Aláez ha argumentado que los autos a los que ha tenido acceso mencionarían el hecho de las que obras vendidas fueran de patrimonio artístico como “algo accesorio”, puesto que “el delito que les imputa es el de hurto o apropiación indebida”. Para el letrado, este hecho no se habría dado en tanto que se vendieron entre marzo y mayo de 2023, antes del cisma, cuando la abadesa era la legítima administradora de los bienes. A la par, aseguró que los objetos vendidos no estarían recalificados como Bienes de Interés Cultural ni del Inventario General, porque no aparecen calificados como tal en los autos.
Antes de abandonar el juzgado, Sor Sión y sor Belén, justificaron la venta de los objetos religiosos puesto que consideran que es “habitual” y “legal” este tipo de operaciones de antigüedades en los conventos, “En los monasterios hay gente que llaman para preguntar si se quieren vender”, explicó sor Sión, que detalló que la comunidad religiosa ante estas propuestas “hace con sus propios bienes lo que cree que es bueno para su familia”.