La Asamblea Plenaria de los Obispos de Estados Unidos ha aprobado un contundente Mensaje Especial en el que visibilizan su rechazo rotundo a las expulsiones masivas de migrantes que está llevando a cabo la Administración de Donald Trump. Un escrito que, como no podía ser de otra manera, cuenta con el aval verbal del primer Pontífice norteamericano de la historia.
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En el texto, los pastores condenan sin titubeos “la estigmatización”, “las condiciones en los centros de detención”, “la falta de acceso a atención pastoral” y que los extranjeros “hayan perdido arbitrariamente su estatus legal”. Es más, hacen suyas “las amenazas contra la santidad de los lugares de culto y la naturaleza especial de los hospitales y las escuelas”, y se hacen eco del “temor de los padres a ser detenidos al llevar a sus hijos a la escuela”.
Forastero acogido
No se trata de una denuncia menor, sobre todo, porque les sitúa en el disparadero de la Casa Blanca, que ya utiliza como argumentario que los obispos están a favor de la migración incontrolada porque los latinos incrementarían el número de católicos en el país. Una falacia que se cae por sí sola, cuando la hoja de ruta es el Evangelio del forastero acogido.