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Tribuna

Expediente Rosalía: condúceme tú, ‘Lux’ amable

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El papa León XIV ha utilizado la metáfora de la luz en todas sus intervenciones durante el reciente jubileo del mundo educativo. Y haciendo referencia a las oscuridades que rodean a la sociedad actual, en la homilía de la celebración donde proclamaba doctor de la Iglesia a John Henry Newman remitía a uno de sus textos más conocidos ‘Lead, kindly light’ (‘Guíame, Luz amable’): “En esa hermosa oración, nos damos cuenta de que estamos lejos de casa, que nuestros pies vacilan, que no logramos descifrar con claridad el horizonte. Pero nada de esto nos detiene, porque hemos encontrado la Guía: «Guíame, oh Luz amable, entre las tinieblas que me rodean. ¡Guíame tú!– ‘Lead, kindly Light. The night is dark and I am far from home. Lead Thou me on!’”.



Para poder percibir la luz que encierran las letras del último disco de Rosalía hay que acudir a sus fuentes, que no son otras que su propia experiencia espiritual, sí, la “luz amable” que ha iluminado sus tinieblas. Tras el deslumbramiento mediático que está suponiendo la campaña de marketing de lanzamiento del disco, se difumina la tenue ‘Lux’ que esta cantante pop revela, en las múltiples entrevistas que está realizando.

Sensación de vacío

En una conversación informal con la periodista catalana Valleverdú, Rosalía revela que este es el primer disco que no teme que fracase. Habla de los años previos como una vida casi monástica: disciplina, lectura de autoras místicas y horas de trabajo solitario en el estudio. Pero lo más revelador no es su método, sino su búsqueda: “Me he pasado toda la vida con esta sensación de vacío. A veces piensas que lo puedes llenar con algo material, con una experiencia, un lío, una relación en la que pones a la pareja en un pedestal. A lo mejor estamos confundiendo este espacio. Será que este espacio es el espacio de Dios. Igual Dios es el único que lo puede llenar”.

Rosalía, durante la presentación de 'Lux'

Rosalía, durante la presentación de ‘Lux’

Estas palabras, pronunciadas por una figura del pop global, abren un horizonte inesperado: el del deseo espiritual que late en la cultura contemporánea. Rosalía se ha sumergido en los escritos de místicas y santas —esas mujeres que describieron con palabras de fuego su encuentro con lo divino— buscando, como ellas, el Dios que llena el vacío.

La intuición del alma

La tradición mística ha regalado a la humanidad cartografías del alma: mapas nacidos de la experiencia, para orientar a quienes se aventuran por los senderos interiores. No pretendo afirmar que Rosalía se inscriba en esa genealogía, pero en su obra podemos reconocer los primeros estadios de lo que la teología denomina “vida en el Espíritu”: un momento en que el alma comienza a intuir que la plenitud no se encuentra fuera, sino dentro.

Durante siglos, santos y místicos han trazado escalas, abecedarios y caminos hacia el Misterio. Rosalía, desde su lenguaje artístico, alcanza a un público que permanece inaccesible para la pastoral eclesial tradicional. Conviene no sofocar esa “Lux” con juicios precipitados sobre su estética o su imaginario. ¿Y si Dios se hubiese hecho “stalker” para ella, como canta en una de sus canciones, para acercarse a los más lejanos?

Metáfora teológica

El término ‘stalker’ —que designa a quien acecha obsesivamente— se transforma aquí en metáfora teológica: un Dios que no se cansa de buscar. Quizá santa Teresa, si hubiese nacido en este siglo, lo habría usado en lugar de su célebre imagen del ‘Cazador’.

Portada de 'Lux', de Rosalía

Portada de ‘Lux’, de Rosalía

Rosalía intuye, con lenguaje contemporáneo, lo que los místicos sabían: que la vida moderna ofrece abundancia de opciones pero escasez de sentido. Habrá que esperar para ver si su disco logra convertir esa experiencia íntima en fenómeno colectivo, ofreciendo a sus oyentes la posibilidad de nombrar su propio vacío.

En esta hiperconexión que desconecta a las nuevas generaciones de sus fuentes internas, Rosalía, desde su arte, parece tender un hilo de lux invitando a detenerse, mirar dentro y descubrir que el vacío puede ser morada de Dios.


*Mercedes Méndez Siliuto es religiosa de la Asunción y doctora en Teología Espiritual – @memesira