Ana María Schlüter Rodés, maestra zen con el nombre de ‘Kiun An’, “ermita de la nube radiante”, fundadora, en 1986, de la escuela Zen Zendo Betania, donde se practica zen en un marco occidental y cristiano, ha entrado en la casa del Padre, a los noventa años, en su ermita del zendo, en Brihuega. A mediados de agosto le diagnosticaron un cáncer terminal, y desde ese momento se preparó para el tránsito a la vida eterna. Era consciente que “había venido de Dios y que volvía a Dios” (cf. Jn 13,3), que había vivido, moría e iba a encontrar la vida verdadera de Dios.
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Mujer fuerte, de reciedumbre espiritual; mujer de diálogo, contribuyó al diálogo ecuménico, fue profesora de ecumenismo en la Universidad Pontificia Comillas, al diálogo interreligioso, al diálogo entre culturas diferentes, al diálogo entre fe e increencia. Dialogó entre la práctica del zen y místicos españoles como san Juan de la Cruz, san Ignacio de Loyola y santa Teresa de Jesús, entre otros.
Profundamente conciliar
Contribuyó también al anuncio del mensaje bíblico, y de la Palabra de Dios, con la publicación de cuatro libros de comentarios bíblicos: ‘La Palabra desde el silencio’. Trabajó por la justicia y la paz, la solidaridad entre los pueblos, el cuidado de la tierra, y los derechos humanos.
Toda su vida se dedicó a encarnar dos puntos del Concilio Vaticano II, que siempre recordaba cuando la práctica del zen entre cristianos sufría embates por parte de algunos miembros de la Iglesia. El Concilio Vaticano II exhortó a que en la Iglesia se “reconozcan, guarden y promuevan” los bienes espirituales de otras religiones ( Nostra Aetate §2) y a que se asuman las tradiciones ascéticas y contemplativas de las antiguas culturas en que el Espíritu ha obrado antes de la proclamación del Evangelio ( Ad Gentes §18). Consideraba que esta asunción y reconocimiento suponía el enriquecimiento, la interpelación y la corrección de la vivencia de la propia fe, y propicia el redescubrimiento de la dimensión espiritual tan necesario en nuestro tiempo. Estaba convencida que este diálogo está al servicio de la paz en la Tierra entre todos los varones y mujeres.
El ojo del corazón
En 1976 entró en contacto con zen por medio del jesuita H.M.Enomiya-Lasalle, maestro zen. En 1985 es nombrada maestra zen por Yamada Kôun Roshi, en Japón, y en 1994 su sucesor la nombra junshike,(associated zen master). Desde entonces se ha dedicado a acompañar en este camino espiritual a numerosas discípulas y discípulos, tanto en España como en México y otros países de Latinoamérica. El zen es un camino o arte que lleva a abrir el ojo del corazón y a caer en la cuenta del misterio que late y se manifiesta en todo, para así poder vivir y actuar desde ahí.
Su actividad se desarrolló también como conferenciante y como escritora de numerosas obras de espiritualidad: ‘La guía del caminante’, ‘La recepción del zen en occidente entre cristianos’, ‘Zendo Betania, donde convergen zen y fe cristiana’, ‘Atrévete con el dragón vivo’, ‘El arte del zazen’, entre otras. En uno de los últimos libros, ‘Conversaciones con Ana María Schlüter‘, (PPC 2023), hace un repaso de su vida y misión.
La realidad divina
Ana María nació en Barcelona, de madre catalana y padre alemán. Vivió en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, y luego regresó a su ciudad natal. Estudió posteriormente filosofía y letras en Barcelona, Hamburgo y Friburgo (Alemania) así como en Utrech (Países Bajos); allí ingresó en las Mujeres de Betania, fundada en Holanda, en 1919, por un jesuita, cuya misión principal fue la de ayudar a “abrir los ojos a la realidad divina”, preferentemente en los sectores marginales de la sociedad y de la Iglesia.
En 1964 se doctoró en pedagogía en la universidad de Barcelona, con su tesis “¿Por qué unos ven y otros miran y no ven?”. Con ella quería contribuir al “despertar” en un tiempo, como el nuestro, que es ávido de la experiencia de la realidad más que de teorías sobre ella, un tiempo, en que se produce un cambio en el nivel de la conciencia humana, que de “conciencia mental” parece pasar a una “conciencia integral” o mística.
En su última publicación, un comentario al sermón de Epifanía del maestro Eckhart, “¿Dónde está el que ha nacido como rey de Judea?”, muestra su manera de ser maestra zen, de espiritualidad, de vida, desde la realidad. Ser maestra es estimular a la persona para que salga de ella lo que ya tiene dentro, sin tapar sus posibilidades sino potenciándolas. “Es la forma tradicional de enseñar zazen. No se trata de demostrar el gran caudal de conocimientos sobre el zen que se tenga, eso sería una bobada y contraproducente, pues no se trata de eso. No se enseña nada teórico, se hace”.
Gracias, maestra, por tus enseñanzas con el testimonio de tu vida. Gasho.