León XIV ha presidido, un domingo más, la oración del ángelus desde el balcón del estudio de los palacios apostólicos. Con una plaza de San Pedro abarrotada, el Papa ha recordado a todos los fieles difuntos.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“La resurrección de entre los muertos de Jesús, el Crucificado, ilumina en estos primeros días de noviembre el destino de cada uno de nosotros. El núcleo de la preocupación de Dios está claro: que nadie se pierda para siempre, que cada uno tenga su lugar y resplandezca en su unicidad”, ha comenzado diciendo el Pontífice.
Para el Pontífice, “es el misterio que celebramos ayer, en la Solemnidad de todos los santos: una comunión de las diferencias que, por así decirlo, extiende la vida de Dios a todos los hijos e hijas que desearon formar parte de ella”. “Este es el deseo inscrito en el corazón de cada ser humano, que suplica reconocimiento, atención y alegría”, ha agregado.
Acercarse al misterio
Así, “la conmemoración de todos los fieles difuntos nos acerca más al misterio. La preocupación de Dios por no perder a nadie, en efecto, la conocemos desde dentro cada vez que la muerte parece hacernos perder para siempre una voz, un rostro, un mundo entero. De hecho, cada persona es un mundo entero. Por eso, el día de hoy es una jornada que desafía la memoria humana, tan maravillosa y tan frágil”.
“Sin la memoria de Jesús ―de su vida, muerte y resurrección― el inmenso tesoro que es cada vida se expone al olvido. En la memoria viva de Jesús, en cambio, incluso quien nadie recuerda o quien hasta la historia parece haber borrado, aparece en su infinita dignidad”, ha añadido.
Oración del ángelus en la plaza de San Pedro
Por esta razón, “los cristianos recuerdan desde siempre a los difuntos en cada Eucaristía, y hasta la fecha piden que sus seres queridos sean mencionados en la plegaria eucarística”. “Desde aquel anuncio surge la esperanza de que nadie se perderá”, ha aseverado Robert Francis Prevost.
León XIV ha terminando deseando que “la visita al cementerio, en la que el silencio interrumpe la agitación del activismo, sea para todos nosotros una invitación a la memoria y a la espera”.
“Que la voz familiar de Jesús nos alcance, y alcance a todos, porque es la única que viene del futuro. Nos llama por nuestro nombre, nos prepara un lugar, nos libera del sentimiento de impotencia con el que corremos el riesgo de renunciar a la vida”, ha subrayado.
Preocupación por Sudán y Tanzania
Tras la oración mariana, el Papa ha mostrado su “gran dolor” por las “tráficas noticias que llegan desde Sudán: violencias indiscriminadas contra mujeres y niños, ataques contra los civiles indefensos y un sufrimiento inaceptable en una población ya agotada por largos meses de conflicto”.
“Que el Señor toque los corazones de los responsables. Renuevo mi llamamiento a todas las partes para el alto el fuego y la entrada de ayuda humanitaria. Apelo a la comunidad internacional para que actúe”, ha rematado.
Finalmente, ha pedido rezar por Tanzania, en donde después de las elecciones está habiendo enfrentamientos con muchas víctimas. Evitemos toda forma de violencia y recorramos el camino del diálogo”, ha concluido.