Tribuna

Hacia una cultura de la “antifragilidad”: ¿la Iglesia está preparada para los retos de hoy?

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Hoy en día, el hombre es más frágil en todos los niveles, pero al mismo tiempo tiene una capacidad de adaptación impresionante, el otro día, una persona me cuestionaba sobre los peligros de los jóvenes, los niños y en general el hombre.



Más que hablar de las cosas negativas y situaciones complejas, quiero referirme a las cosas que podemos hacer para buscar el antídoto contra los peligros que todos tenemos que enfrentar y superar, así que me di en la tarea de buscar algo que nos cuestione a todos nosotros como lectores.

¿El Hijo de Dios, Jesús fue frágil?

En este orden de ideas, desde que el hombre es hombre, esto es, desde que tiene la capacidad de interrogarse, cuestionarse sobre su origen, sobre su creador y terminar cada día verificando la creación como buena y llegando al sexto día e indicando la armonía y la perfección de la creación: “Y vio Dios lo que había hecho, y todo era muy bueno” (Gén 1,31).

En este libro maravilloso encontramos muchas respuestas que incluso hoy en día siguen guiando nuestro caminar sobre preguntas fundamentales y existenciales, por eso, desde el primer libro del Génesis en el Antiguo Testamento, hasta el Nuevo Testamento con los evangelios, leemos desde la óptica de la fe nuestra humanidad, a Dios le pareció bien salvar a la humanidad a través de Jesucristo, la fragilidad humana, en la cual incluyó a su propio Hijo en la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46).

Jesús, se hace hombre

Al hacerse hombre, “se despojó de su categoría de Dios y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos” (Flp 2, 6-8). En todo igual al hombre, menos en el pecado, es el misterio de la encarnación, se abaja y toma la condición de hombre.

Verdadero Dios, verdadero hombre, recordemos el Concilio de Calcedonia (año 451 d.C.) definió la doctrina de que Jesucristo es “verdadero Dios y verdadero hombre”, con dos naturalezas (divina y humana) sin confusión, cambio, división ni separación, pero unidas en una sola persona. Esta declaración fue clave para resolver las controversias cristológicas de la época.

Jesús se encarna para salvarnos del pecado

“El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: “Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4, 10). “El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo” (1 Jn 4, 14). “Él se manifestó para quitar los pecados” (1 Jn 3, 5):

“Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador” (San Gregorio de Nisa, ‘Oratio catechetica’, 15: PG 45, 48B). (Catecismo de la Iglesia Católica N. 457).

Me gusta las palabras de san Gregorio de Nisa, lo he leído varias veces y encuentro varios puntos de encuentro con la sanación interior hoy en día, la naturaleza está enferma, es frágil, que mejor que buscar a Jesús para que nos cure, nos sane el corazón… observo personas que se les apaga el corazón, como una expresión de decir que se apagaron espiritualmente, o que se alejaron de su grupo de oración, o que se les fue la alegría que tenían, o que de pronto ya no les entusiasma servir como en algún momento lo hicieron en la Iglesia.

Cebs

Por eso, es interesante saber que hemos realizado seminarios de vida en el Espíritu, profundizado en el tema de la sanación interior, pero sale a flote lo que nos hace falta algo para alcanzar la verdadera restauración de nuestras vidas, que muchas veces es frágil en su humanidad misma, le hace falta escuchar su propio corazón, las situaciones de la vida o las mismas fragilidades le alejaron o le hicieron volver al primer amor. Porque, “Dios escogió lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie se gloríe” (1Cor 1,28).

Escuchar las intuiciones del corazón frágil no nos hace más vulnerables, sino más fuertes

Es necesario escuchar esa voz interior, porque significa escuchar a Dios en momentos que necesitamos hacer un alto en el camino, sin un buen silencio no puede haber una buena escucha: “Es necesario acallar todo nerviosismo y toda turbulencia interior, hasta percibir, en silencio pleno, mi identidad personal, mi soledad. Y por parte de Dios, es necesario sobrepasar el bosque de imágenes y conceptos con que revestimos a Dios, y quedarnos, en la pureza total de la fe, en el mismísimo Dios, Él mismo, su “soledad”.

El ser humano, entre sus diferentes niveles de interioridad, percibe, en sí mismo, algo así como una última morada donde, según el Concilio, nadie puede hacerse presente porque esta última morada no es exactamente un lugar. Dice el Concilio: “A estas profundidades de sí mismo retorna el hombre cuando entra dentro de su corazón, donde Dios lo espera” (GS 14). Se trata, pues, del “núcleo más secreto, sagrario del hombre, donde éste se siente a solas con Dios cuya voz resuena en el recinto más íntimo de él”. (GS 14). (Larrañaga Ignacio, salmos para la vida, ed. San Pablo, 2015. Bogotá. P. 83).

Volver al primer amor

Si el evangelio pierde la fuerza, porque no se ora o no se hace una lectio divina a la luz del Espíritu, no toca el corazón, se vuelve frio, distante del hombre actual, no dice nada.  Estamos ante el desafío desde nuestras predicaciones de comunicar a un Jesús capaz de tocar el corazón, volver al primer ardor, al primer amor, que hoy Jesús dirige su mirada a cada uno de nosotros, como a Pedro que lo negó tres veces y tres veces lo perdonó con la mirada del amor, a la pecadora la acoge con una mirada que no juzga  (es un silencio cargado de misericordia), pero una mirada capaz de objetar, mediante la cual llegó a su corazón; Él sanó y prestó ayuda a sus semejantes; podríamos recordar que devolvió la vista al ciego, el oído al sordo y el movimiento al lisiado, al mutilado y al atrofiado.

El papa Benedicto XVI, en su encíclica sobre el amor, dice que Jesús porque ama tiene un “corazón que ve”. Es la mirada de amor que sana y cura al hombre frágil para darle la misión de pastorear, a Pedro Jesús le sanó el corazón, seguro revolucionario, fuerte, violento de Simón-Pedro con el amor, para apacentar al rebaño del Señor.

“Quisiéramos ver a Jesús…” (Jn 12, 21)

Las promesas se hacen realidad en la historia de todos los hombres, los griegos escucharon de Jesús, los judíos y los romanos, se acercaron con dudas, recelos y miedos. Será que no lo vieron realmente como el Mesías, el prometido desde el Antiguo Testamento, para ellos, Jesús solo fue un profeta, no el verdadero profeta, para muchos judíos no fue el Mesías, sino un profeta más. Todos pusieron en duda su identidad y sus obras, pero nosotros hoy queremos proclamar que nosotros queremos verlo en cada obra, en cada sanación y en cada liberación de toda opresión.

De lo frágil del ser humano a lo antifrágil, como una propuesta para adaptarnos hoy

De lo frágil del hombre a lo ‘Antifrágil’, un libro del año 2012 de Nassim Nicholas Taleb da la vuelta a la incertidumbre y la hace deseable, incluso necesaria. En esta obra, Nassim Nicholas Taleb identifica y denomina “antifrágil” a esa categoría de cosas que no solo se benefician del caos, sino que lo necesitan para sobrevivir y florecer y que además es inmune a los errores de predicción.

Parece que no sólo el hombre es frágil, sino empezar una reducción del riesgo, pues este es impredecible. Divide el mundo y todo lo que contiene (personas, cosas, instituciones, estilos de vida) en tres categorías: lo frágil, lo robusto y lo antifrágil. Eres frágil si evitas el desorden y la disrupción por miedo al caos que podrían provocar en tu vida. Eres robusto si puedes resistir las adversidades sin inmutarte y sin cambiar tu esencia. Pero eres antifrágil si las adversidades  y las disrupciones te hacen más fuerte y creativo, más capaz de adaptarte a cada nuevo desafío.

El futuro, nos supera

Sumamente ambicioso, documentado, ingenioso y multidisciplinario, ‘Antifrágil’ nos ofrece un programa sobre cómo comportarnos y prosperar en un mundo que no comprendemos, y que es demasiado incierto como para que intentemos descifrarlo y predecirlo.

Intentar evitar el riesgo solo nos hace más débiles: las grandes crisis son inevitables, no solo en inversiones, sino en la misma vida, a veces pensamos que todo lo tenemos resuelto o por lo menos la capacidad de adaptarnos ante cualquier crisis.

Preparémonos para lo impredecible

Lo más inteligente es estar preparados, no podemos controlar el nivel de riesgo, debemos prepararnos para lo impredecible, aprovechando el talento que tenemos, el exceso de confianza es un grave error, porque las cosas nos han salido hasta el día de hoy bien, no quiere decir que siempre será así. La parábola del pavo peca por exceso de confianza. Nosotros podemos pecar por confiar demasiado en nosotros mismos y no asumir el riesgo en la vida.

El arte de prepararnos para la incertidumbre, lo inesperado y los imprevistos etc… Debemos, tener claro que no podemos ser conformistas y debemos prepararnos para lo impredecible y buscar las estrategias para afrontar las crisis que vendrán y así poder mejorar nuestra vida. No podemos controlar el riesgo, porque es inevitable y solo lo antifrágil perdurará en el tiempo. La pregunta queda abierta para todos nosotros hoy: ¿Qué perdurará en el tiempo? ¿Estamos preparados para las crisis que vendrán y qué tendremos que enfrentar?

Jesús, la propuesta frágil que nos salva

No podemos perder la esperanza porque Jesús siendo Dios, se encarna en la humanidad para salvarnos, seguro que su cuerpo frágil sufrió los insultos, golpes, la muerte misma, pero aun siendo frágil, podríamos decir que se volvió antifrágil con la resurrección, no fue frágil para siempre, nos lleva a la luz verdadera: la resurrección vence la fragilidad del hombre que es la muerte, porque nosotros somos mortales, vivimos un tiempo, no estamos preparados para asumir la “hermana muerte”, como diría san Francisco; pero, llevamos en nuestro ser esas semillas de reino que deben brillar en medio de la fragilidad y nos hacen antifrágiles, porque la humanidad ha sido más fuerte en las grandes crisis que le ha tocado afrontar a lo largo de todos los tiempos.

Porque, “Llevamos este tesoro en frágiles vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros” (2Cor 4,7). La fragilidad de este tesoro que llevamos por dentro es Dios mismo, habitando en nosotros, reconocer que Jesús está vivo, es el viviente, el ausente-presente y puede convertirse en un arma poderosa de bien y bondad para salvarnos y generar cambios significativos cada vez que celebramos el mayor tesoro del sacrificio de la Eucaristía: “hacer esto en memoria suya” (Lc 22,19). No rechacemos la fragilidad y mucho menos a los más frágiles y vulnerables, los pobres, pues de ellos es el Reino de los Cielos.

Al final, pensemos un momento en Jesús, que se queda en la historia de los hombres para salvarnos, en la Sagrada Hostia: “Así, pues, todas las veces que coman de este pan, y beban esta copa, la muerte del Señor anuncien hasta que Él venga” (Lc 22, 20, Mt 26,28, Lc 22,19, 1 Cor 11,26). Porque cada vez que celebramos la Eucaristía Jesús nace, se actualiza su sacrificio en el calvario, con el trozo de pan, siempre partido, bendecido y ofrecido primero, recordamos su cuerpo herido y su corazón quebrantado, es el mayor sacrifico es sin derramamiento de sangre, porque este es el memorial que se hace presente con la pasión de Cristo, Él sigue sanando todos los corazones rotos, quebrantados y frágiles para hacernos antifrágiles por su puro amor y por su gracia.


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios