El papa León XIV actualiza la declaración conciliar ‘Gravissimum educationis’ sobre la educación cristiana de Pablo VI con una carta apostólica titulada ‘Trazando nuevos mapas de esperanza’.
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El Pontífice firmó ayer la misiva, antes de la misa que iniciaba el Jubileo de la Educación, que se pública hoy coincidiendo con los 60 años del documento del papa Montini.
En el documento, Robert Francis Prevost señala que “la educación católica no puede permanecer en silencio: debe unir la justicia social y la justicia ambiental, promover la sobriedad y estilos de vida sostenibles, formar conciencias capaces de elegir no solo lo conveniente, sino también lo correcto”.
Por otro lado, León XIV pide “evitar toda tecnofobia”. “Nuestra actitud hacia la tecnología nunca puede ser hostil”, insiste. Y es que “el punto crucial no es la tecnología, sino cómo la usamos. La inteligencia artificial y los entornos digitales deben orientarse a la protección de la dignidad, la justicia y el trabajo; y deben regirse por criterios de ética pública y participación”.
Pacto Educativo Global
Con esta carta, el Papa hace suyo el “legado profético” del Pacto Educativo Global de Francisco. De hecho, “sus siete caminos siguen siendo nuestro fundamento: poner a la persona en el centro; escuchar a los niños, niñas y jóvenes; promover la dignidad y la plena participación de las mujeres; reconocer a la familia como la primera educadora; abrirnos a la aceptación y la inclusión; renovar la economía y la política al servicio de la humanidad; y proteger nuestra Casa común”, afirma.
Eso sí, el Pontífice añade tres prioridades a estos siete caminos: “La primera se refiere a la vida interior: los jóvenes piden profundidad; necesitan espacios de silencio, discernimiento y diálogo con la conciencia y con Dios. La segunda se refiere a la digitalidad humana: nos formamos en el uso racional de las tecnologías y la IA, anteponiendo a la persona al algoritmo y armonizando la inteligencia técnica, emocional, social, espiritual y ecológica. La tercera se refiere a la paz desarmante y desarmada: educamos en lenguajes no violentos, reconciliación, puentes, no muros”.
El papa León XIV firma la carta apostólica ‘Trazando nuevos mapas de esperanza’
Según indica Prevost, “cuando las comunidades educativas se dejan guiar por la palabra de Cristo, no retroceden, sino que se renuevan; no levantan muros, sino que construyen puentes. Responden con creatividad, abriendo nuevas posibilidades para la transmisión de conocimiento y significado en escuelas, universidades, formación profesional y cívica, en la pastoral escolar y juvenil, y en la investigación, porque el Evangelio no envejece”.
Aunque “vivimos en un entorno educativo complejo, fragmentado y digitalizado”, ‘Gravissimum educationis’ “no ha perdido ni un ápice de su fuerza”, destaca León XIV.
Así, “ante los millones de niños en el mundo que aún no tienen acceso a la educación primaria, ¿cómo podemos dejar de actuar? Ante las dramáticas situaciones de emergencia educativa causadas por las guerras, la migración, las desigualdades y las diversas formas de pobreza, ¿cómo podemos no sentir la urgencia de renovar nuestro compromiso?”, se pregunta al tiempo que pone en valor el legado de san José de Calasanz, san Juan Bautista de La Salle, san Marcelino Champagnat, san Juan Bosco, Vicenza María López y Vicuña, Francesca Cabrini, Giuseppina Bakhita, Maria Montessori, Katharine Drexel y Elizabeth Ann Seton.
“Las preguntas no se silencian”
En otro orden, el Pontífice recuerda a los educadores que “las universidades y escuelas católicas son lugares donde las preguntas no se silencian, y la duda no se destierra, sino que se acompaña”. “Allí, el corazón dialoga con el corazón, y el método es el de la escucha, que reconoce al otro como un bien, no como una amenaza”, subraya.
Por su parte, el Papa agustino advierte contra “cualquier reducción de la educación a un entrenamiento funcional o a una herramienta económica: una persona no es un ‘perfil de habilidades’, no se reduce a un algoritmo predecible, sino a un rostro, una historia, una vocación”.
En el mismo sentido, insiste: “La educación no mide su valor únicamente en función de la eficiencia: lo mide en función de la dignidad, la justicia y la capacidad de servir al bien común”.
En su misiva, León XIV se dirige directamente a los educadores, para recordarles que “están llamados a una responsabilidad que va más allá del contrato laboral”. “Su testimonio es tan valioso como sus lecciones. Por ello, la formación docente —científica, pedagógica, cultural y espiritual— es crucial. Compartir la misión educativa común también requiere un proceso de formación compartido. Y las actualizaciones técnicas no son suficientes: debemos preservar un corazón que escucha, una mirada que anima y una inteligencia que discierne”, subraya.