Esta mañana, el papa León XIV recibió en audiencia a los participantes del Peregrinaje Jubilar de Estonia, en el marco del Año Santo dedicado a la virtud teologal de la esperanza. Durante su discurso, el pontífice invitó a los fieles a vivir su peregrinación como un momento de renovación espiritual y comunión eclesial.
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“Me alegra darles la bienvenida a Roma con ocasión de su peregrinación en este Año Jubilar centrado en la virtud teologal de la esperanza”, comenzó el Papa. “Ruego para que, al visitar los lugares santos, su esperanza en las promesas del Señor se fortalezca y puedan regresar a casa llenos de alegría, dispuestos a compartir su fe proclamando el Evangelio con sencillez cada día”.
El Papa destacó el signo de vitalidad que supone la reciente ordenación de dos nuevos sacerdotes en el país báltico: “Su generosidad al decir ‘sí’ al llamado del Señor es un signo de esperanza para la comunidad cristiana de su tierra”, señaló, deseando “que su respuesta anime a muchos otros a seguir el mismo camino”.
León XIV se refirió también al elevamiento de la Iglesia local al rango de diócesis, un paso histórico que consolida la presencia católica en el país, cien años después de la creación de la Administración Apostólica y casi medio milenio tras la desaparición de la antigua sede de Tallin. “Les animo a rezar los unos por los otros y, de modo especial, por su obispo, para que la unidad como comunidad de fe esté siempre alimentada por el Señor y atraiga a nuevos creyentes”, les ha dicho el Papa.
Esperanza en Europa
Asimismo, ha subrayado la dimensión ecuménica de este peregrinaje, en el que participaron también miembros de la Iglesia Luterana de Estonia y representantes de otras confesiones cristianas. Por ello, León XIV ha destacado su contribución a la reciente beatificación del arzobispo Eduard Profittlich, mártir bajo el régimen soviético, celebrada en la Plaza de la Libertad de Tallin.
Por otro lado, el pontífice ha pedido oraciones por la paz en Europa y denunció la persistencia de la “lógica de la guerra”: “Hoy seguimos viendo cómo la violencia y la división desgarran nuestro continente. Les pido que recen con fervor por la paz, especialmente durante su estancia en Roma”.
De esta manera, el Papa cerró su encuentro recordando el vínculo profundo entre Roma y la comunidad católica de Estonia, una Iglesia pequeña pero viva, “signo luminoso de fe, unidad y esperanza en el norte de Europa”.