Francisco Ramírez: “Me preocupa la ideologización de la fe”

El nuevo director de la Subcomisión Episcopal para la Juventud y la Infancia conversa con Vida Nueva al asumir este nuevo servicio

Francisco Ramírez Mora, director de la Subcomisión Episcopal de Juventud e Infancia

“Soy un laico de parroquia, un cristiano de base”. Así se presenta Francisco Ramírez (Yepes, 1979), el nuevo director de la Subcomisión Episcopal para la Juventud y la Infancia, en la que sustituye, desde octubre, al sacerdote Raúl Tinajero. Sin embargo, el acompañamiento de la pastoral juvenil no le viene de nuevas, ya que lleva 30 años trabajando como agente de pastoral, ya sea en la Archidiócesis de Toledo, en la Acción Católica General y ahora en la Conferencia Episcopal.



PREGUNTA.- Lleva ya largo recorrido en la PJV. ¿Cómo acoge esta responsabilidad?

RESPUESTA.- Formamos un gran equipo con un camino marcado que refrendo absolutamente. Hay un proyecto, una misión y una visión clara, en clave de comunión y evangelización, que es el eje central de cualquier proyecto pastoral. Desde ahí, lo acojo con pasión, que es clave para estar, acompañar, orientar, compartir y querer a los jóvenes. Desde la certeza que caminamos en una pastoral con jóvenes y no de los jóvenes. Mi pasión por los jóvenes va en paralelo a mi pasión por evangelizar. Mi objetivo central es que los jóvenes se encuentren con Cristo.

P.- ¿Era hora de que se confiara en un joven laico?

R.- Estoy encantado con que me llames joven (se ríe). Llevamos muchas décadas diciendo que es la hora de los laicos, y somos muchos los que estamos desde hace bastante tiempo, de forma progresiva, participando en corresponsabilidad con nuestros pastores desde la Iglesia de base, desde las parroquias, movimientos y congregaciones. Vivo mi nombramiento como un homenaje al laico de parroquia, al cristiano de base, yo solo pongo el nombre, pero vamos todos aquellos que, desde lo callado, hemos ido construyendo los férreos cimientos de nuestra Iglesia. Yo solo quiero ser cada día mejor acompañante y mejor posibilitador de caminos evangelizadores, de caminos de encuentro para los jóvenes.

P.- Siete años después del Sínodo de los Jóvenes y seis de la exhortación ‘Christus vivit’, ¿qué frutos ha dado?

R.- Nuestro reto principal es saber transmitir todos los frutos que dan un sínodo, una JMJ… porque muchas veces se queda a nivel general y tienen que bajar directamente al cristiano de a pie, en este caso, los jóvenes. Es nuestro gran reto, pero en este tengo muchas esperanzas. En este sentido, hemos sacado adelante el proyecto marco de pastoral juvenil, que ha sido ratificado por los obispos tras un periodo de reflexión en el que los jóvenes han sido agentes directos y protagonistas. Los grandes pilares son el primer anuncio, el acompañamiento y el proceso de crecimiento en la fe, pero, como en una exhortación, el trabajo ahora es aterrizarlos para que los jóvenes se encuentren con Cristo.

Una Iglesia que sonría

P.- ¿Qué PJV necesita la Iglesia para responder a las demandas de los jóvenes de hoy?

R.- Los jóvenes nos piden que seamos una Iglesia que sonría, porque ningún planteamiento, mensaje, pensamiento o postulado cala si no es por medio del amor y la alegría. Francisco nos decía que no nos quería ver con cara de vinagre… pues eso. No podemos ser una Iglesia agria, sino propositiva, simpática y sonriente. Y creo que lo somos. Los jóvenes lo están identificando como tal. Por otro lado, los jóvenes demandan naturalidad. Necesitamos jóvenes que vivan la fe con normalidad, y desde ahí ser profundamente amigos de Jesucristo. Así, los jóvenes tienen que ser protagonistas, y no como un eslogan, sino líderes del cambio en sus comunidades. Necesitamos jóvenes que desde su fe cambien el mundo. En otro orden, detecto que nos reclaman que seamos constructores de paz. La Iglesia siempre se ha identificado por ser abanderada de la paz. Ahora tenemos que recuperar el ser una voz autorizada en este sentido.

Francisco Ramírez Mora, director de la Subcomisión Episcopal de Juventud e Infancia

Francisco Ramírez Mora, director de la Subcomisión Episcopal de Juventud e Infancia

P.- En su mensaje para la JMJ 2025, León XIV pedía a los jóvenes no seguir a quienes utilizan las palabras de fe para dividir. ¿Le preocupan las propuestas pastorales que ideologizan la fe?

R.- Me preocupan muchísimo. La única manera de contrarrestar una utilización de la fe, es poner en positivo lo que realmente es. La fe es una opción de vida que vertebra tu alma y que hace que tus acciones del día a día cambien en base a eso. La fe es algo precioso e inmenso y no podemos acotarla a una forma de pensar. La fe no se puede meter en una caja. Y no digo que la ideología sea mala, porque la ideología cambia el mundo y transforma la sociedad, pero la fe es un cambio de vida, es una manera de vivir, es un encuentro, es un anuncio… Dicho esto, debemos recuperar la política, que se ha malentendido por esta polarización que vivimos en la sociedad y de la que la Iglesia no es ajena. La política, vivida desde la fe, también es una vocación.

P.- En el Jubileo, el primer gran encuentro de León XIV con los jóvenes, recordó que todos debemos aspirar a ser santos. ¿Qué acentos debe marcar la pastoral con jóvenes para promover una santidad que sea motor para cambiar el mundo?

R.- La palabra santidad tiene que volver a estar presente en nuestros planes pastorales. Tenemos que buscar la santidad porque queremos ser mejores personas, estar más cerca de Cristo, querer más al mundo y, por eso, hablamos de caminos de santidad. Y para transitar esos caminos los jóvenes necesitan referentes: teólogos, catequistas, educadores, políticos… testigos que les acerquen a la santidad. Nada de comunidades cerradas, nada de comunidades de acero, necesitamos comunidades que te formen, que te inviten a hablar con Dios, pero que te inviten también a salir al mundo para anunciar el Evangelio y para transformarlo.

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