Tribuna

‘Padre Pica’, un mirador para educarnos sobre la lacra de los abusos en la Iglesia

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Julio Núñez (Casar de Cáceres, 1990), periodista del Diario El País, acaba de publicar un inquietante libro titulado ‘Padre Pica. Cartografía de un abusador en la Iglesia’. (Debate, Barcelona, 2025). Se trata de una investigación concienzuda sobre un enorme caso de pederastia cometidos por un grupo de sacerdotes jesuitas españoles en Bolivia, durante varias décadas de finales del siglo pasado.



Vaya por delante mi admiración, cariño, respeto y gratitud hacia la Compañía de Jesús, que me ha acompañado durante más de 40 años (especialmente en los tiempos más dolorosos) y me ha formado en ejercicios espirituales, entregándome ese instrumento espiritual y apostólico que me ha hecho tanto bien a lo largo de mi vida…. Porque la gratitud es muchísima, el dolor y la decepción también son grandes. A estas alturas de la vida (casi 60 años) sé discernir muy bien entre el todo y la parte; entre la gracia y el pecado; entre la grandeza de la obra de Dios y la fragilidad y fealdad del barro humano… Por eso afirmo que la ingente obra de la Compañía acreditada en la historia de siglos, a pesar de estas páginas tenebrosas (que están en todas las congregaciones y diócesis, sigue siendo un instrumento contundente de la Gracia de Dios para la iglesia y el mundo.

Insólita fuente

Dicho esto, el libro de Julio Núñez se nutre fundamentalmente de una insólita fuente documental como es el “diario” del jesuita Alfonso Pedrajas, en donde de manera reiterada, explícita y espeluznante, a lo largo de sus casi 400 páginas mecanografiadas en Word, “confiesa” su pederastia con más de 80 chavales fundamentalmente en el colegio Juan XXIII de Cochabamba. Y además de relatarla, también deja constancia evidente de que pidió ayuda a sus superiores y éstos no le dieron mayor importancia. A lo sumo le cambiaron de sitio y le propusieron un tratamiento psicológico. Esta práctica -también criminal- denominada “encubrimiento” queda dramáticamente visualizada en cartas, orientaciones, consejos…

Alfonso Pedrajas, padre Pica, misionero jesuita acusado de abusos

Alfonso Pedrajas, padre Pica, misionero jesuita acusado de abusos

Este trabajo del periodista cacereño y toda la investigación en la que se sustenta (diario del abusador, reportajes periodísticos elaborados durante los dos últimos años y publicados en el Diario El País, entrevistas con víctimas, familiares del abusador, políticos, juristas, psicólogos, acceso a informes y archivos…) se convierte en una verdadera “joya” para comprender el misterioso -e incomprensible por otro lado- mundo de los abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia católica. (Cfr. el magnífico reportaje que publicó El Diario El País el 29 de abril de 2023).

Mundo interior

Si se tratara de un mirador, podríamos decir que estamos ante uno de 360 grados, en donde el problema se puede visualizar desde todos sus ángulos y perspectivas. Las más original es, sin duda- la del propio mundo interior del abusador: sus reflexiones, sus problemas de conciencia, sus miedos, sus auto exculpaciones, su relación tortuosa con Dios, su calamitosa gestión del drama, su poquísima conexión con las víctimas y con su sufrimiento actual y futuro…

Pero también podemos ver la trama desde la óptica de la Congregación, porque Alfonso Pedrajas contó el asunto en distintas ocasiones y de diversos modos: en confesión (dejando registrado en su diario los consejos obtenidos por sus confesores), en diálogos de amistad con sus compañeros, en “cuentas de conciencia” con sus superiores… Resulta especialmente doloroso cómo jamás encontró a nadie que lo confrontara no sólo con su drama existencial, sino con el drama de las víctimas… Esto me escandaliza y me duele de manera especial y más tratándose de jesuitas especializados en la instrospección del alma humana, las mociones del buen Espíritu, los engaños del mal espíritu…. y “cirujanos” de arreglos sutiles en las fibras más íntimas del corazón en donde los afectos desordenados son bien comunes en sus variopintas manifestaciones.  ¡Qué decepción!

“Remedios vendo que para mí no tengo”, que diría Leo Harlem. En las víctimas (casi) nadie pensó (ni piensa). A lo más que llegaron fue pensar y escribir recomendaciones en las que advertían que el cuidado que hay que tener es no hipotecar económicamente a la Congregación y a sus obras apostólicas.

¿Por qué recomiendo leer este libro?

1.- Porque valoro la “honestidad brutal” (así se titula un disco de Andrés Calamaro del año 1999) del trabajo. Por encima del (impecable) resultado, me parece loable la honestidad del autor: el rigor metodológico por encima de las prisas que sólo buscan sensacionalismo; el escrúpulo con los datos y el respeto a las fuentes…. Todo esto lo podemos llamar la seriedad periodística.

2.- La implicación personal: hacer carne de tu carne y tripa de tus tripas (nunca mejor dicho) la tensión de la investigación. El periodista no es ser frívolo y frío que vende su alma y el de sus fuentes con tal de sacar “tajada”, sino el que tiene clara la prioridad (las víctimas y la verdad), sabe separar la intuición de la comprobación, sabe esperar que la cosa se asiente, no se aferra a esquemas fijos, sino que crece y decrece con la noticia… sufre vitalmente con la noticia. Eso lo cuenta muy vivamente. Yo se lo agradezco, porque es una muestra clarísima de la humanidad del periodista.

El libro 'Padre Pica', del periodista Julio Núñez

El libro ‘Padre Pica’, del periodista Julio Núñez

3.- Narrativamente hablando está muy bien hecho, no sólo en el terreno del uso del lenguaje, las imágenes, los capítulos cortos, la introducción de citas de canciones que acompañan los sentimientos del autor… sino también por la novedad narrativa de ir presentando distintos capítulos de varios frentes abiertos… hace que el lector vaya viendo el “puzle” pieza a pieza…

4.- La finalidad primera y última que atraviesa todo el libro (y todo el contexto de la investigación), es poner en el centro a las víctimas para honrarlas y acompañarlas en su sufrimiento. Eso en Julio Núñez y en Íñigo Domínguez es incuestionable. Es algo que nunca les podremos agradecer las víctimas y ojalá algún día la iglesia se lo agradezca públicamente.

5.- Agradezco vivamente y muy por encima de todo la pasión por la verdad y la justicia. Este libro es una muestra más de toda la solidez investigadora que el Diario El País emprendió en el año 2018 y que, sin duda, ha dado frutos. (cfr. El podscat “el silencio roto” de mayo de 2022).

Un “contrapeso”

En paralelo a la obra de Julio Núñez, estoy leyendo un libro muy crítico contra la campaña anti eclesial que el Diario El País, el Gobierno, el Defensor del Pueblo… supuestamente han hecho contra la iglesia. Aunque me solivianta, lo estoy leyendo como ejercicio de contraste y por tratar de entrar en la otra parte, en la mentalidad del diferente. Es un libro reciente, de un prestigioso político e ingeniero agrónomo catalán llamado Josep Miró i Ardèvol. El libro se titula: ‘La pederastia en la sociedad y en la iglesia. El gran chivo expiatorio’ (Sekotia, Córdoba, 2025). Respeto y agradezco toda la fundamentación y la valoro.

Pero vitalmente noto que al autor no le dolemos las víctimas, quizá porque afortunadamente no haya sufrido ni en su carne propia ni en la de su círculo cercano de familias y amigos y de ahí que constantemente esté quitando “peso” y minimizando las cifras y el peso de los datos, con el dañino, grosero y trasnochado dato del “y tú más”: “En otras capas de la sociedad ha habido más abusos que en la Iglesia”. Aunque considero y prometo que profundizaré y le daré una vuelta a sus argumentos deslegitimadores del proceso institucional emprendido en nuestro país, trataré de no caer en la “trampa” en la que creo que se desliza este autor: defender más a la institución de la Iglesia que a sus víctimas. Justamente la óptica inversa de la obra de Julio Núñez. Opino que consigue el efecto inverso: desprestigiar más a la entidad, que sólo podrá corregir el rumbo escuchando de su maestro palabras como “la verdad os hará libres” (Jn 8,32) y poniéndose a los pies de las víctimas para servirles y repararles.

Concluyendo

Le deseo éxito editorial a este libro de Julio Núñez. Y deseo que sea leído en el seno de la madre Iglesia. Que sea “materia de oración” (aunque sólo sea para hacer un buen examen de conciencia y pedir perdón a Dios y a las víctimas). Que sea también “materia para la formación permanente” de catequistas, profesores, sacerdotes, seminaristas…, porque -estoy convencido- el libro aborda temas del máximo interés para mentes inquietas en el mundo de la educación en general y de la educación de la fe en particular.  Creo que su lectura conciencia y educa.


*Policarpo Díaz es sacerdote diocesano de Salamanca en León