“Es bueno que se haya alcanzado el acuerdo para Gaza, y hay que valorar en este sentido el compromiso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero todos sabemos que se trata de un equilibrio frágil, y ahora será necesario mucho trabajo por parte de todos, especialmente de los mediadores y de los actores implicados”. Con estas palabras, Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, se refirió este jueves al reciente pacto entre Israel y Hamás durante un diálogo sobre Diplomacia vaticana y diplomacia de los Estados, celebrado en la embajada de Italia ante la Santa Sede, en el marco del XVI Festival de la Diplomacia.
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Tal como recoge Vatican News, Gallagher explicó que la Santa Sede ha hecho todo lo posible “para fomentar el diálogo entre las partes y pedir el respeto del derecho internacional”, aunque sin poder actuar directamente como mediadora. “La paz es una decisión trascendental”, afirmó, “pero luego deben seguir otras elecciones y otros acuerdos que le den consistencia real”.
El arzobispo recordó los constantes llamamientos de Francisco primero y ahora de León XIV, esa “diplomacia pública” que acompaña al apoyo pastoral a las comunidades cristianas en la región: “Recordemos las llamadas diarias de Francisco a la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza City”, apuntó. También mencionó el trabajo del Patriarcado Latino de Jerusalén, que ha mantenido abierta la presencia de la Iglesia incluso en los peores momentos del conflicto.
Fragilidades y desafíos
El embajador Giampiero Massolo, presidente del comité científico del Festival, advirtió que “persisten los puntos de fragilidad en la segunda fase del acuerdo: el desarme de Hamás y la retirada israelí de la Franja, dos perspectivas interconectadas”. A su juicio, “la falta de una verdadera perspectiva estatal palestina y el hecho de que el proceso haya nacido de la fuerza militar —porque en la visión de Trump son las armas las que abren paso a la diplomacia— hacen del presente acuerdo un punto de partida, no de llegada”. Pese a todo, señaló una base de esperanza en “la perspectiva común que abren los Acuerdos de Abraham”.
Asimismo, Gallagher no eludió las tensiones surgidas en los últimos años en las relaciones interreligiosas: “Ha habido incomprensiones, especialmente con el judaísmo, pero debemos ponernos en camino de reconciliación”. Con el islam, subrayó, “se ha avanzado mucho gracias al pontificado de Francisco: desde el diálogo con el Gran Imán de al-Azhar, Ahmad al-Tayyeb, hasta el encuentro en Irak con el ayatolá Ali al-Sistani”.
El prelado recordó que “las decisiones del Concilio Vaticano II expresadas en Nostra Aetate son irreversibles. Ciertamente queda mucho por hacer, pero seguimos adelante: nuestras fuentes religiosas deben ser fuentes de reconciliación, no de división”.
Ucrania: “facilitar los contactos”
Respecto a la guerra en Ucrania, Gallagher admitió que la paz “no parece todavía cercana”, y subrayó la diferencia de contexto con Oriente Medio. “Vivimos una cierta parálisis del sistema multilateral, pero la tarea de la Santa Sede es seguir facilitando los contactos”, apuntó.
Del mismo modo, Gallagher dirigió también la atención hacia los conflictos olvidados: “Sudán vive una auténtica guerra civil; en la República Democrática del Congo y el Sahel continúa la violencia; en Madagascar y Myanmar la Iglesia sigue trabajando con sus comunidades locales”.
