La fe de los nicaragüenses se vive y se celebra “a pesar de las restricciones; siguen viviendo su piedad popular, aunque sea en el interior de los templos. La gente sigue guardando los días de precepto y los solemnes, y está ahí”. Así lo asegura a Vida Nueva el comunicador católico nicaragüense en el exilio Manuel Obando, quien trabajó con Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, que pasó dos años encarcelado por el régimen y que, desde 2023, está en Roma.
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Tras su experiencia como director de Comunicación en la Diócesis de Matagalpa, una vez que el prelado fue detenido y encarcelado, este laico lleva más de dos años y medio viviendo como exiliado en Estados Unidos: “Fui desterrado de Nicaragua junto a 222 personas más, entre opositores, presos políticos y sacerdotes. En mi caso, fue por ser un trabajador de la Iglesia”.
Aprendizaje integral
Con tristeza, recuerda los 12 años de trabajo con el obispo Álvarez: “Fue una escuela de vida para mí… Tuve dos universidades: una, la oficial, la Universidad Católica Juan Pablo II; y, la otra, la Iglesia, cuyo director, por así decir, era monseñor Álvarez”. En concreto, del prelado aprendió “la responsabilidad, servir a la gente, ser pastor donde se está, ayudar a corregir errores con caridad, el ser Iglesia y el celo pastoral, que se traduce en tratar de que el mensaje de la Iglesia llegue y se cumpla.
También “nos predicó mucho sobre la espiritualidad de la cruz, y esa para mí ha sido una lección”. Y es que “haber estado privado de la libertad sin razón fue la primera vez que me tocó cargar una cruz. Después me tocó otra cuando, de una noche para la otra, tuve que salir del país, sin horizonte ni claridad, dejando atrás toda la estabilidad que tenía aquí”.
Dentro de los templos
Obando refiere que la forma de vivir de los católicos en Nicaragua sí ha cambiado: “No se pueden hacer procesiones, por ejemplo. Con la imagen de la Virgen se visitaban varios lugares en Matagalpa… Ahora, en las fiestas patronales, todo es dentro de las iglesias. Y también se añoran mucho aquellos viacrucis y grandes celebraciones que ahora solo se hacen dentro del centro”.
En cuanto a las denuncias de organizaciones y países que critican la falta de libertad religiosa que impone el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el periodista ratifica que “lo hacen de forma profesional. tienen estudios y pruebas, evidencia; está bien porque se trata de buscar a ayudar a superar este problema. No se entiende que, así como sale gente a hacer un desfile, los católicos no puedan expresar públicamente su fe, sin miedo”.