Una catequesis sobre la misericordia en Sevilla

Santo Cristo de la Caridad, de Pedro Roldán, en la exposición 'Arte y Misericordia. La Santa

La cumbre del Barroco a pocos centímetros de los ojos. Y los frotas, una y otra vez, como si fueran apariciones divinas, justamente lo que Miguel de Mañara (Sevilla, 1627-1679) concibió: una catequesis soberbia y apoteósica sobre la misericordia con la que investir la iglesia del Señor San Jorge del Hospital de la Santa Caridad de Sevilla.



El templo por fin inicia su rehabilitación, y las obras maestras de Bartolomé Esteban Murillo, Juan Valdés Leal y Pedro Roldán, por primera vez, se exhiben fuera de sus muros. El Museo de Bellas Artes de Sevilla las ha acogido en un montaje espléndido que reproduce el discurso iconográfico que Mañara logró finalizar en 1674 como guía espiritual para los hermanos de la Santa Caridad.

“Es una invitación a contemplar cómo la fe, la belleza y el compromiso humano se fundieron en Sevilla para dejar un legado eterno”, afirma Valme Muñoz, directora del Museo de Bellas Artes de Sevilla. “Es también una reflexión –añade– sobre la coherencia de un mensaje que continúa interpelando al espectador siglos después”.

Mensaje humano y cristiano

De ahí que ‘Arte y Misericordia. La Santa Caridad de Sevilla’ –título de la muestra con 17 obras en total, abierta hasta junio de 2026– ha querido ser fiel a Mañara, quien ingresó en la Santa Caridad en 1662, y de la que fue hermano mayor desde 1663 hasta su muerte en 1679. “Propone un recorrido por uno de los conjuntos barrocos más singulares y conmovedores de todo el arte europeo: el proyecto impulsado por Miguel de Mañara, donde el arte se puso al servicio de un mensaje radicalmente humano y cristiano”, prosigue Muñoz.

Exposición ‘Arte y Misericordia. La Santa Caridad de Sevilla’

Exposición ‘Arte y Misericordia. La Santa Caridad de Sevilla’

El mensaje de Mañara es claro: “La fugacidad de la vida, la certeza de la muerte y la práctica de la misericordia como camino hacia la salvación”, señala la directora. A través de Valdés Leal y de Murillo, los dos grandes pintores del barroco sevillano, Mañara consiguió lo que se proponía. Y así se podía ver en la iglesia del Señor San Jorge, “uno de los conjuntos artísticos mejores de Europa”, como lo califica Valme Muñoz.

Obras maestras de cerca

Pero ahora se puede ver como nunca: “No solo celebramos una exposición, sino la oportunidad de detenernos ante obras maestras que, por su emplazamiento habitual en los altos muros de la iglesia del Hospital de la Caridad, rara vez pueden contemplarse con esta cercanía. Esta muestra brinda, por tanto, una ocasión excepcional para disfrutar de la excelencia técnica, compositiva y expresiva de artistas como Valdés Leal, Murillo o Pedro Roldán en unas condiciones de observación excelentes”.

Mañara escribió en su testamento, autógrafo y fechado en 1679, que “no soy más que ceniza y polvo, pecador desdichado”. Y eso es, con desasosegante maestría, lo que Juan Valdés Leal, hermano de la Caridad desde 1667, refleja en sus dos famosos “jeroglíficos”, esas dos “Postrimerías” del bajo coro que también abren el recorrido en el Bellas Artes. Las obras, tituladas ‘In ictu oculi’ y ‘Finis gloriae mundi’, ambas pintadas entre 1671 y 1672, “inciden en la idea de la inminente llegada de la muerte que a todos alcanza, apagando la vida de repente, sin importar las glorias mundanas”, relata Muñoz. “La muerte –continúa– antecede al momento en que el hombre va a ser juzgado según sus actos de virtud o sus vicios, y recompensado o castigado por ello”.

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