Tribuna

Fieles a la Tierra, fieles a los pobres

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Desde las orillas del Amazonas hasta las sabanas de África, la crisis climática no es una abstracción. Es la sequía que vacía nuestros pozos. Son las inundaciones que arrasan con los hogares. Son las mujeres y los niños que deben abandonar sus aldeas cuando la cosecha se pierde. Para quienes vivimos en el Sur Global, el cambio climático no es un problema del mañana, es una realidad del hoy.



Como obispo, llevo estas historias en mis oraciones. No son estadísticas, son mi rebaño. El clamor de la tierra y el clamor de los pobres son uno. Y, sin embargo, a pesar de la urgencia, muchas personas se sienten impotentes. “¿Qué pueden importar mis pequeñas acciones cuando el problema es tan grande?”.

La verdad es que nuestra misión no es resolverlo todo por nuestra cuenta. Nuestra misión es llevar nuestras pequeñas ofrendas al Señor. En el Evangelio de la multiplicación de los panes y los peces, ningún discípulo podía alimentar a la multitud. Pero un niño puso cinco panes y dos peces en las manos de Jesús, y fue suficiente para un milagro. Hoy estamos llamados a hacer lo mismo.

Castel Gandolfo: un tiempo de comunión

Este mes de octubre, del 1 al 3, líderes y fieles de todo el mundo se reunirán en Castel Gandolfo para celebrar los diez años de Laudato Si’. Será un momento de acción de gracias, pero también de renovación de la misión. No nos reuniremos para felicitarnos, sino para fortalecernos mutuamente, para colocar nuestros panes y peces con humildad, pero con determinación, sobre la mesa de la esperanza.

Desde Castel Gandolfo, nuestra mirada se dirige a Brasil, donde se celebrará la COP30 en noviembre. Esa reunión mundial de responsables políticos debe ser un momento de compromiso audaz. Pero solo dará frutos si millones de creyentes corrientes, de los barrios y las favelas, de los bosques y las ciudades, ponen sus pequeñas ofrendas en manos de Dios.

Francisco Paseando En Un Jardín 2

Laudato Si’, del papa Francisco, es la primer encíclica ecologista de la historia

Pequeños gestos, gran poder

Algunos pueden considerar insignificantes el reciclaje, la conservación del agua o la plantación de árboles. Otros pueden sentirse impotentes frente a las compañías petroleras o los gobiernos indiferentes. Pero la fe nos enseña lo contrario. Cada acción de amor es una semilla sembrada en el suelo del reino de Dios. Y cuando se unen, estas semillas forman una cosecha de justicia.

La moneda de la viuda, la semilla de mostaza, los cinco panes y los dos peces: una y otra vez, las Escrituras nos recuerdan que Dios multiplica lo pequeño. Nuestra responsabilidad no es controlar el resultado, sino ser fieles en ofrecer lo que tenemos.

Cuando una parroquia instala paneles solares, cuando una familia decide comer menos carne, cuando una diócesis se desprende de los combustibles fósiles, estos actos, multiplicados por todo el mundo, envían un claro mensaje moral: ya no participaremos en la destrucción de la creación.

Un llamamiento a los líderes

Sin embargo, debemos ser claros: los pequeños gestos no eximen de responsabilidad a los poderosos. Los gobiernos y las empresas poseen los recursos para realizar un cambio sistémico. Deben poner fin a los nuevos proyectos de combustibles fósiles, proporcionar financiación climática a los pobres y promulgar políticas de justicia.

Pero mientras los líderes se preparan para reunirse en la COP30, que sepan esto: los pobres del mundo están observando. Los fieles están rezando. Las pequeñas acciones de los humildes ya están construyendo una nueva cultura del cuidado. Si los que tienen el poder no actúan, no sólo traicionarán a la tierra, sino también a su propio pueblo.

Fieles a los pobres, fieles a la Tierra

El Evangelio nunca separa el amor a Dios del amor al prójimo. En nuestra época, amar al prójimo significa defender la creación. Ignorar la crisis climática es ignorar el sufrimiento de los pobres. Defender a los pobres es defender la Tierra de la que dependen.

No necesitamos que todos sean héroes. Necesitamos que todos sean fieles. Traigan sus panes y peces. Dios hará el resto.

En Castel Gandolfo, pondremos nuestras ofrendas sobre la mesa: nuestras oraciones, nuestros compromisos, nuestros pequeños y humildes actos. Y en noviembre, en la COP30 en Brasil, rezamos para que los líderes hagan lo mismo, no solo con palabras, sino con actos de justicia.

La esperanza no es pasiva. La esperanza es la confianza en que nuestros panes y peces se multiplicarán en un banquete para todos. Los pobres no pueden esperar, la tierra no puede esperar, y el Señor nos llama a actuar ahora.