La cuestión migratoria se mantiene en el foco permanente de la lucha partidista. En estos días, a la trifulca entre el Gobierno de Pedro Sánchez y las comunidades autónomas por el reparto de los menores llegados a Canarias, se suma el intento frustrado de transferir las competencias migratorias a Cataluña, aderezado todo por el permanente empeño de la ultraderecha de criminalizar a quienes vienen de fuera.
- A FONDO: Fundación El Buen Samaritano de Tenerife: aquí no hay extranjeros, hay hijos de Dios
- REPORTAJE: Sansofé: mucho más que clases de español para migrantes en Tenerife
- EN EL PUNTO DE MIRA: El grito de la Iglesia ante los menores migrantes no acompañados: la infancia vulnerable no es el problema
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito
En medio de este convulso contexto, la Iglesia continúa reclamando la regularización de medio millón de ciudadanos extranjeros que ya están aportando lo que son a nuestra sociedad, mientras continúan en un limbo legal. Sin embargo, la polarización política parece estar dejando morir la Iniciativa Legislativa Popular que permitiría dar carta de ciudadanía –y, por tanto, devolver la dignidad– a estos hombres y mujeres que están asumiendo empleos sin contar con los derechos correspondientes, siendo además explotados y con sueldos que no les permiten salir adelante.
El Buen Samaritano
Lo sabe de primera mano el sacerdote José Félix Hernández López, conocido como el padre Pepe, que está al frente de El Buen Samaritano, una fundación que tiene su epicentro en las periferias de Santa Cruz de Tenerife. Nacida para responder a las necesidades de uno de los barrios más vulnerables de la isla, desde el año 2000 ha sumado a sus proyectos la atención integral a los jóvenes migrantes llegados en cayuco que se ven en la calle, con una mano delante y otra detrás, cuando cumplen la mayoría de edad y deben abandonar los centros de internamiento. Aunque aparentemente dejan de ser Menas (menores no acompañados), estas siglas estigmatizantes les acompañan, más aún cuando las administraciones miran para otro lado como si no existieran. Es ahí donde se encuentran con la mano de la Iglesia, que no solo ofrece una ayuda de emergencia, sino que les introduce en una travesía que materializa los cuatro verbos que el fallecido papa Francisco presentó como vertebrales para hacer realidad el “fui forastero…”: acoger, promover, proteger e integrar. Con cinco años de experiencia a sus espaldas en formación en oficios, pisos tutelados, asesoría legal y búsqueda de empleo, más de 600 jóvenes han pasado por las manos de El Buen Samaritano sin que hasta la fecha se haya producido el más mínimo incidente con los vecinos, pero tampoco con las entidades colaboradoras. Y con un paso más: iniciativas en Senegal para promover el derecho a no emigrar.
Fundación el Buen Samaritano, para personas vulnerables y migrantes en Tenerife
Es así, en el tú a tú, en lo cotidiano, como se pueden derribar los bulos que persiguen a los migrantes. Es así como la Iglesia está llamada a comprometerse desde el Evangelio, siendo anuncio y denuncia a la vez, lo mismo en el Congreso de los Diputados que a pie de cayuco.