Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

Las monjas austriacas de Salzburgo, ¿son el nuevo Belorado?


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Si alguien pensaba que el caso de las clarisas sedevacantistas de Belorado no podría tener comparación, unas monjas austriacas han alcanzado una repercusión máxima mundial tras asaltar el convento en el que vivieron toda la vida y atrincherarse sin renunciar, eso sí, a su fe; pero poniendo la promesa monacal de la estabilidad por delante de cualquier otra obligación.



El inicio

Todo esto empezó cuando en diciembre de 2023 tres monjas agustinas de Salzburgo fueron trasladadas de su convento en el castillo de Goldenstein –como si fuera el del inicio de Sonrisas y lágrimas con la novicia Maria cantando “Do, re, mi”–, fundado en 1877, a una residencia de mayores de Cáritas regentada por unas franciscanas en la cercana ciudad de Hallein. En 2024 se clausuró canónicamente la comunidad. Estas mujeres son Bernadette de 88 años, Regina de 86 y Rita de 81. Ahora las religiosas quieren volver a su monasterio y se han encontrado con la negativa del arzobispado de Salzburgo y la abadía de Reichersberg, quienes disolvieron la comunidad y asumieren la gestión del convento y la escuela anexa –en la que por ejemplo estudió la actriz Romy Schneiderm que inmortalizó para siempre a la emperatriz Sissi –. “No pudimos volver a nuestras habitaciones, cambiaron las cerraduras y ya no teníamos acceso a nuestras pertenencias”, declaró en agosto la hermana Bernadette a la prensa local.

Desde las autoridades eclesiásticas, el comisario papal Markus Grasl justificó la decisión por el mal estado del convento y el estado de salud de las religiosas. Una decisión que apoyó la Conferencia de Órdenes Religiosas de Austria que destacaba que la residencia permitía a las agustinas seguir con su vida religiosa. Aun así las tres religiosas querían volver a su casa y huyeron de su asilo. Ante la negativa han puesto una demanda ante los tribunales –gracias al apoyo de un grupo de antiguas alumnas– contra el comisario, que es el superior agustino también, al que consideran que las “desterró”. Algo extraño para la hermana M. Beate Brandt, presidenta de la federación de agustinas, que recuerda los compromisos de los votos de pobreza y obediencia de las monjas y ha sido testigo de las múltiples conversaciones con la diócesis. “Muchas comunidades religiosas conocen este doloroso proceso”, constató en una entrevista.

Monjas Ocupas De Salzburgo

El asalto

A pesar de todo, finalmente las agustinas decidieron ocupar su convento de Goldenstein contratando un cerrajero y resistieron a pesar de los problemas con el suministro eléctrico, el agua corriente y la falta de asistencia espiritual ya que el capellán no apareció por la capilla. Mientras, varios periodistas siguen esta hazaña de las monjas que reivindican que se les garantizó su estabilidad en la casa religiosa. “No nos sentimos como ocupantes ilegales ni ladronas”, reclaman.

Para difundir su experiencia, además, se han abierto en una cuenta de Instagram en las que aparecen rezando o subiendo una escalera con esfuerzo –ya que no funciona el ascensor–. También una de las monjas ha subido una imagen con guantes de boxeo o en unas espalderas de gimnasio para demostrar que está en plena forma. Para ahorrar, también se han dado de baja en la residencia y viven gracias al apoyo de sus simpatizantes.

 

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“Las hermanas actúan en contra de los votos que hicieron voluntariamente” declara por su parte Grasl. También denunció que las monjas han roto la clausura para sus seguidores. Con todos los ánimos encendidos, cada una de las partes se ha enrocado en su postura y no se observa un diálogo inmediato.