“Me alegra encontrarme con vosotros al término del Congreso de la Pontificia Academia Mariana Internacional”, dijo el papa León XIV esta mañana en el Aula Pablo VI, al recibir en audiencia a los participantes del encuentro.
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Durante su discurso, el Pontífice destacó la importancia de esta Academia como “un cenáculo de pensamiento, de espiritualidad y de diálogo” encargado de coordinar los estudios mariológicos y de promover una “auténtica y fecunda piedad mariana”. Durante el 26º Congreso, recordó, los expertos se preguntaron si una Iglesia con rostro mariano es un residuo del pasado o una profecía de futuro, capaz de despertar mentes y corazones más allá de la nostalgia de una “sociedad cristiana que ya no existe”.
León XIV ha descrito a María como mujer “jubilar” y “sinodal”: abierta siempre a recomenzar desde la escucha de la Palabra y plenamente involucrada en la acción del Espíritu, que invita a caminar juntos, incluso a quienes antes permanecían separados por la desconfianza o la enemistad. “Una Iglesia con corazón mariano integra razón y afecto, cuerpo y alma, lo universal y lo local, la persona y la comunidad”, afirmó.
Congreso de la Pontificia Academia Mariana Internacional
Cooperadora del Espíritu
“La piedad y la práctica marianas, orientadas al servicio de la esperanza y la consolación, liberan del fatalismo, de la superficialidad y del fundamentalismo”, señaló el Papa. María, dijo, inspira a la Iglesia a “recomenzar” con humildad y coraje desde Dios, su Palabra y las necesidades del prójimo, y a “caminar hacia la unidad que brota de la Trinidad”.
El Papa insistió en que la mariología es necesaria para toda la Iglesia y debe ser cultivada en centros académicos, santuarios, parroquias, asociaciones, institutos de vida consagrada y también en los espacios donde se forman las culturas contemporáneas, con el aporte de la música, la literatura y el arte.
Recordó además que en los últimos años la Academia Mariana ha promovido iniciativas que presentan a María como camino de encuentro y de paz entre culturas. “Ella, cooperadora perfecta del Espíritu Santo, no deja de abrir puertas, crear puentes y derribar muros”, dijo, agradeciendo este servicio eclesial y felicitando a los participantes que presentaron sus obras para el premio internacional “María, vía de paz entre las culturas”.
