El viento, la lluvia y el frío no han frenado a los peregrinos que se acercaron al parque Ceferiano a homenajear al hijo de esta tierra, el beato Ceferino Namuncurá, en el 139º aniversario de su natalicio.
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Después del 26 de agosto, memoria litúrgica del joven mapuche, se sucedieron distintas actividades y celebraciones, bajo el leima: “Con Ceferino caminamos juntos, peregrinos de esperanza”, en el marco de, no solo el Jubileo de la Esperanza, sino de la conmemoración de los 150 años de la llegada de la primera expedición misionera salesiana a la Argentina, animada por Don Bosco.
Chimpay fue escenario de actividades culturales y recreativas que se colmaron de fieles que llegaron en bicicleta, a caballo, en caravana de autos y a pie, desde distintas regiones del país, sobre todo de la Patagonia.
La imagen tallada en madera del beato en la ermita, la adoración juvenil, la bendición del fuego, la rogativa mapuche, la caminata y la celebración eucarística, las ofrendas a beato, fueron algunos de los signos de este nueva manifestación de fe y fidelidad de los peregrinos.
Servir a la gente
La Misa principal estuvo presidida por el arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Marcelo Colombo. Estuvo acompañado por Esteban Laxague sdb y Juan Carlos Ares, obispos de Viedma y San Carlos de Bariloche, respectivamente. Concelebraron los sacerdotes salesianos de las distintas Inspectorías, entre ellos, el párroco de Chimpay, Antonio “Tono” Sánchez Lara sdb, y el postulador de la causa de canonización de Cefeirno Namuncurá, el P. Pedro Narambuena sdb.
Estuvieron presentes, también, el gobernador de la provincia de Río Negro, Alberto Weretilneck; y el intendente de Chimpay, Gustavo Sepúlveda.
“En la evocación de Ceferino no podemos olvidar su deseo de servir a su gente. Esta decisión lo llevó a partir a tierras lejanas, primero a Buenos Aires para formarse en los estudios iniciales, después a Roma, para curarse de las dolencias que lo afectaban y limitaban en su salud”, afirmó el arzobispo mendocino recordando las palabras del mismo beato.
Y continuó aseverando que, frente a tantos proyectos individualistas, que valoran muy poco a los demás, sobre todo a los más necesitados y frágiles, la conciencia y la disponibilidad de ser útil a un pueblo, anima. Los voluntariados, el servicio de la catequesis en barrios y comunidades, la presencia capilar de Cáritas, con su experiencia concreta de caridad en todos los rincones de la patria, son gestos de ese “ser útil a la gente que guió la vida de aquel pequeño aborigen que se enamoró de Cristo y quiso vivir su propia entrega al servicio del Señor y su pueblo”.
Recordó que en la Iglesia argentina, Ceferino es patrono de la pastoral de adicciones, y su identificación con Jesús invita a acompañar todos los esfuerzos para cuidar la vida amenazada de tantos adictos que desean salir de su situación. Consideró que, una visión meramente policial y judicial de esta problemática, deja sin herramientas para afrontar este flagelo que “deja a generaciones de jóvenes en la frustración y el sinsentido de la vida, además de poner en peligro su salud y la de su familia”.
Pidió, entonces, al joven salesiano que interceda ante Dios para que se detengan esos verdaderos signos de muerte: el recorte de aportes a los centros de prevención y recuperación, la omisión o atraso de las cuotas para el sostenimiento de los centros ya precarizados.

