Rosabal León nunca olvidará la comida de este domingo 17 de agosto. Cinco meses después de llegar a Italia huyendo de la pobreza en Perú, no se podía imaginar que estaría sentada en la misma mesa que León XIV, el Papa de origen norteamericano nacionalizado peruano que hoy almorzó con un centenar de personas en riesgo de exclusión.
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La mujer compartió menú y conversación con Robert Prevost en el Borgo Laudato si’, el jardín de Castel Gandolfo que Francisco mandó convertir en un espacio de formación en materia de ecología integral. Allí estaban también su marido y sus dos hijos, que salieron de Latinoamérica en busca de un futuro mejor.
Con los ancianos
En la mesa, con el Papa agustino, también se encontraba Gabriella Oliveiro, de 85 años, que de alguna manera ponía rostro a miles de ancianos que viven en absoluta soledad y con una falta de recursos materiales que les impide llegar a fin de mes.
En total, compartieron en almuerzo con el Pontífice 110 invitados, la mayoría personas que forman parte de los programas de Cáritas de la diócesis de Albano. Ante ellos, y en el momento de bendecir la mesa, León XIV defendió que “cada uno de nosotros representa la imagen de Dios”, haciendo así posible “la comunión” y “la fraternidad”.
El Papa y sus compañeros de mesa pudieron compartir entrantes de Castelli Romani, lasaña de la huerta, parmesana tradicional, ternera asada con hierbas salteadas, macedonia de frutas y un postre especial, rebautizado como Dolce Leone para la ocasión: una mouse al limón realizada por una de las pastelerías de la localidad.