Prácticamente un año después de que el Arzobispado de Burgos interpusiera una demanda de desahucio contra las religiosas excomulgadas residentes en el convento burgalés de Belorado, la jueza responsable del caso ha sentenciado que las ocho exclarisas deberán abandonarlo. Aunque el fallo será recurrido, el veredicto no deja dudas sobre la propiedad del inmueble, que es de la Iglesia y no de sus inquilinas: dejaron de ser administradoras cuando decidieron dejar de ser católicas.
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Batalla judicial
El histrionismo con el que las exconsagradas han aderezado este año y medio de cisma ha sepultado su credibilidad ante la opinión pública: desde un falso cura coctelero a un capellán campeón de boxeo, pasando por un criadero ilegal de perros, apadrinamiento de gallinas, la venta de lingotes de oro, cobro de la pensión de una clarisa fallecida… En paralelo, la Iglesia ha superado esta batalla judicial y mediática gracias al trabajo el equipo del comisario pontificio y arzobispo de Burgos, Mario Iceta, junto a la Federación de Clarisas de Nuestra Señora de Arantzazu. La entrega, profesionalidad, honestidad, transparencia y perspicacia también han dictado sentencia.
Sor Sión, una de las exmonjas del convento de las Clarisas de Belorado, a su llegada al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Briviesca (Burgos) el 29 de julio. EFE/Santi Otero