La Fundación CARF ha hecho balance de un año especialmente significativo. En 2024, la institución celebró sus 35 años de vida reafirmando su misión: orar por las vocaciones, promover el buen nombre del sacerdote y apoyar su formación integral. Un compromiso que no ha flaqueado, ni siquiera en tiempos inciertos, y que ha permitido a más de 30.000 alumnos de 130 países profundizar en su preparación académica, humana y espiritual.
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“Incluso en tiempos difíciles, vuestro apoyo no solo se mantiene, sino que se convierte en un verdadero signo de esperanza”, afirmó Fernando Martí Scharfhausen, presidente de la Fundación CARF, durante la presentación de la memoria anual.
En 2024, 2.152 alumnos estudiaron en Roma y Pamplona. Todos ellos se forman en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz o en las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra, y viven su vida universitaria en seminarios internacionales o residencias sacerdotales repartidas entre 17 edificios.
Testigos
La memoria señala también que cerca de seis millones de euros se han destinado a ayudas, gracias a los donativos de 5.200 benefactores que confían en este proyecto. Desde África hasta Oceanía, pasando por Europa, América y Asia, las ayudas de CARF llegan a los cinco continentes.
El testimonio de quienes han pasado por sus aulas es la mejor muestra del impacto de este esfuerzo. Así lo recoge el documental ‘Testigos, historias de sacerdotes’, que narra las vivencias de Pedro Pablo (Venezuela) y Ncamiso (Esuatini). Ambos han vuelto a sus diócesis con una formación sólida y una gran responsabilidad: anunciar el Evangelio y acompañar a su gente.
Una Iglesia más preparada y universal
La memoria destaca que, desde su fundación en 1989, la Fundación ha financiado los estudios de seminaristas y religiosos de 1.256 diócesis y 317 congregaciones religiosas. De sus aulas han salido 128 obispos y arzobispos, entre ellos cuatro cardenales.
En 2024, seis antiguos alumnos fueron ordenados obispos, como el arzobispo de Pointe-Noire (Congo), Abel Liluala, o el nuevo cardenal caldeo George Jacob Koovakad, de la India. También destaca la publicación de 86 tesis doctorales y 61 libros solo este año, contribuyendo al pensamiento teológico y pastoral de la Iglesia.
CARF no recibe fondos públicos. Su independencia se basa en la generosidad de miles de personas que creen en una Iglesia con pastores bien formados, cercanos, sólidos en la fe y comprometidos con los más vulnerables.