El traslado
En la eucaristía de este domingo en el Jubileo de los jóvenes, el papa León XIV, casi al final de la homilía, hacía esta recomendación al millón de participantes: ”Mantengámonos unidos a Jesús, permanezcamos en su amistad, siempre, cultivándola con la oración, la adoración, la comunión eucarística, la confesión frecuente, la caridad generosa, como nos han enseñado los beatos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, que próximamente serán proclamados santos”. Y es que inicialmente estaba previsto que la misa de este domingo 3 de agosto fuera la canonización del joven italiano Pier Giorgio Frassati, que en cierto sentido ha estado en Roma en este jubileo.
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La Iglesia de los dominicos en el centro de Roma, Santa María sopra Minerva, ha acogido desde el 25 de julio los restos del beato por iniciativa de Vicariato de Roma. Allí ha permanecido este tiempo junto a la tumba de personajes como santa Catalina de Siena o Fra’Angélico. El lugar elegido tiene que ver con el hecho que era miembro de la Tercera Orden dominicana. Este lunes, 4 de agosto, los restos reemprenden su camino de vuelta a la catedral de Turín, donde está enterrado desde 1990.
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El cuidador
Frassati fue ya uno de los 13 patronos elegidos para la pasada Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa. Él nació en Turín el 6 de abril de 1901, hijo de la pintora Adelaide Ametis y del senador Alfredo Frassati, fundador y director del periódico ‘La Stampa’, el principal de la ciudad que sigue editándose hoy en día. Acudió a un colegio jesuita y se apuntó a la Congregación Mariana y al Apostolado de la Oración. Luego, con 17 años, se apuntó a la Conferencia de San Vicente de Paúl atendiendo a los enfermos y necesitados, los huérfanos o los soldados. Allí encontró la atención a los fieles como una verdadera vocación que alentaba con la eucaristía.
También destacó como deportista, especialmente como alpinista, haciendo auténtico apostolado en las excursiones con sus amigos. Sus amigos se burlaban de su empeño social y lo llamaban “Empresa Transportes Frassati” porque siempre estaba visitando las chabolas de los pobres en la periferia de Turín. Entre sus amigos estaba Laura Hidalgo, de quien se enamoró –un amor que tendría que sacrificar–. También fundó la “Compañía de los Chicos Fastidiosos” para vivir una oración y una fe siempre alegre y una sincera amistad cristiana. Su dedicación a los enfermos le provocó contagiarse de poliomielitis. Después de seis días de intensos sufrimientos, falleció el 4 de julio de 1925, a la temprana edad de 24 años. Dicen que la conversión de su padre, un liberal que incluso se burlaba de algunas de las opciones del hijo, sería su primer milagro.
Beatificado en 1990, Juan Pablo II lo nombró Patrón de los Deportistas. Francisco, en la exhortación apostólica ‘Christus Vivit’, recuerda que Pier Giorgio Frassati “era un joven de alegría comunicativa, una alegría que superaba también las muchas dificultades de su vida. Decía que quería retribuir el amor de Jesús que recibía en la Comunión visitando y ayudando a los pobres”.
Una oración
Señor Jesús,
danos el valor para volar alto,
para escapar de la tentación
de la mediocridad y la banalidad;
haznos capaces, como Piergiorgio,
de aspirar a cosas más grandes
con su tenacidad y perseverancia
y de acoger con alegría su invitación a la santidad.
Líbranos del miedo a no tener éxito
y de la falsa modestia de no sentirnos capaces.
Concédenos la gracia que te pedimos
por intercesión de Piergiorgio
y la fuerza para continuar fielmente
en el camino que nos conduce “hacia lo alto“,
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
