Tribuna

¿Necesitamos amar?

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En estos días, he entrevistado a muchas personas que no se sienten amadas: una persona me contó que su esposo la trata mal, que la humilla y que lo último que le hizo fue echarle la moto encima y le quemó la pierna, esto definitivamente me ha cuestionado sobre este escrito: ¿Cuándo identificamos que es verdadero amor o un apego a una persona?



Una de las heridas que podemos tener es no amarnos lo suficiente para permitir actos de violencia en todas las formas y niveles, no solo la física, sino la verbal o las mismas heridas de humillación.

No queremos entrar en un terreno complejo, pero es necesario encontrar algunas salidas o antídotos para este campo del amor, no es solo clasificar el amor, sino llegar a una comprensión honesta y altruista de encontrar el verdadero sentido del amor, a ejemplo de Jesús y Lázaro, que siempre se amaron con el amor ‘philia’ (amistad).

Pero, no por eso dejó de sufrir la enfermedad y no se libró de la muerte. Todo tenía un propósito, para que se manifestará la gloria de Dios.

El significado del amor

Según el contexto griego, el origen de la palabra amor viene de la definición del amor romántico, el deseo, el afecto, el que se siente por una pareja que lleva a un compromiso íntimo (‘Eros’), el otro es el amor de la amistad (‘Philia’), amor familiar (‘Storge’), amor incondicional (‘Ágape’), amor lúdico (‘Ludus’), amor pragmático (‘Pragma)’, y amor obsesivo (‘Manía’).

¿Cuál es el amor verdadero? ¿Por qué nacimos para amar? ¿Cómo el amor es el mejor antídoto de la vida? ¿Por qué muchas veces no hablamos de ‘philautia’, es el amor desconocido o poco valorado?

Es el amor que uno siente por uno mismo, el Señor nos dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, se habla del prójimo en diferentes relatos y hacía sí mismo, pareciera ser que se quedara en un segundo o tercer plano. Siempre dejamos atrás nuestro amor propio, muchas personas dicen: lo mejor para el esposo, la mejor presa, el mejor plato, hasta el sueldo. ¿Dónde queda el amor propio? ¿Cuál es el mejor antídoto para el desamor?

Amor Propio

La soledad de sentirse vacío versus el amor propio

El antídoto a sentirse en una profunda soledad o vacío existencial e incluso como nos lo menciona Víctor Frank, relacionado con el sentido de la vida como el antídoto natural en lo cotidiano, hablando de la voluntad última en un contexto de dificultades o incluso el mejor antídoto ante la muerte.

“El sentido de la vida, en su acepción frankliana, es así de natural: amores, amistades, proyectos, obligaciones, ilusiones, nostalgias…. todo aquello capaz de servir de palanca para la acción concreta y cotidiana.

Y son, precisamente, esas acciones concretas y cotidianas las que completan el sentido de una vida, el día a día de una vida: “No hay nada en el mundo que sea tan capaz de consolar a una persona de las fatigas internas o las dificultades externas como el tener conocimiento de un deber específico, de un sentido muy concreto, no en el conjunto de su vida, sino aquí y ahora, en la situación concreta que se encuentra”” (Cfr. Victor Frank, ‘El sentido de la vida’, ed. Herder, Barcelona, 2015. Prefacio).

Es en últimas el amor por el deber especifico y propio, porque nos ayuda a superar los traumas de la vida, a conectar con Dios y con los demás.

El mejor antídoto es hablar aquí y ahora, es socializar, es volver a reconectar con la misma vida. ¿Por qué Jesús mismo se apartada a orar a solas? Porque necesitaba esos momentos de conexión con el Padre. Ese fue el antídoto que le ayudó a tomar sus mejores decisiones, desde el amor al Padre, sintió su respaldo en todo momento determinante.

La envidia versus el agradecimiento

El mejor antídoto contra la envidia, es el agradecimiento. Al principio me costaba agradecer, porque pensaba que uno se ganaba las cosas por los méritos propios, hoy en día no dejo de ser agradecido con todos, con Dios que me dio la vida, con mis padres que me trajeron a este mundo, mis hermanos de sangre y mis hermanos de comunidad que son parte de mi familia más amplia, con las personas con que me encuentro en el camino de la vida, en las misiones y en cada lugar a donde voy a predicar o que me leen en por este medio.

No dejo de ser agradecido, porque siento que es la mejor manera de vencer las envidias que las personas a veces nos tienen por cualquier cosa, disfruto la vida, vivo la vida y hoy quiero agradecer a las personas de la parroquia del Carmen, en la ciudad de Maicao (Guajira) por esa semana que acompañe en la misión a esta comunidad hermosa. Llevo en mi corazón cada sonrisa y cada persona que vive su fe y su compromiso con la comunidad parroquial.

Las comunidades, los grupos, los servidores y/o líderes; cada persona que tiene en su rostro la alegría y el rostro de un ¡Cristo vivo¡

La rutina versus nuevas experiencias significativas en Dios y la comunidad

El mejor antídoto contra la rutina es tener experiencias nuevas, probar cosas nuevas, viajar a nuevos lugares, conocer personas en diferentes lugares con sus historias de vida ha sido el mejor regalo de mi vida en mi ministerio.

Uno de mis pasatiempos favoritos es escribir, porque disfruto conectando con las personas que me siguen, porque me permiten salir de la rutina, explorar nuevos horizontes y entrar en las nuevas dinámicas de retroalimentar la escritura. Sé que las experiencias que tocan mi vida, son los encuentros con las comunidades que vibran y sienten gozo, alegría con la predicación, el canto, la celebración festiva.

El versículo más corto de la Biblia: “Jesús lloró” (Jn 11, 35)

He escuchado muchas veces que sufrimos por una pérdida de un ser querido, sí  “Jesús lloró” (Jn 11, 35) por la pérdida de Lázaro, su amigo entrañable ¿Por qué nosotros no vamos a sufrir por la pérdida de un ser querido? Aunque solo tiene 11 caracteres, demasiado breve incluso para un tweet, ese versículo guarda una importancia enorme, sobre todo cuando se nos dificulta hallar esperanza.

Llorar no es algo malo, porque es una forma natural de liberar emociones y expresar los sentimientos por medio del llanto. Así que queridos lectores llorar es el mejor antídoto contra la tristeza. Muchos atrevidos dicen: ¿Por qué llora Jesús si sabía que iba a resucitar a Lázaro?

Llanto por la humanidad y la muerte

Jesús llora cuando está consolando a sus amigas María y Marta, que están de luto por la muerte de su hermano Lázaro. Porque estaba conmovido por el sufrimiento humano, recordemos la parábola del buen samaritano, que ante un herido anónimo del camino, pasaron de largo el Sacerdote y el Levita, el único que tuvo entrañas de misericordia y se conmovió fue el buen samaritano.

Jesús, tiene entrañas de misericordia ante el dolor humano, se hace solidario con el dolor, por eso llora, Jesús no ignoró el dolor de sus seres queridos.

La enfermedad es una prueba en el camino de la fe

Jesús se encuentra fuera de la ciudad cuando se entera de la enfermedad de Lázaro, sabe que va a morir, pero sabe que Dios es el antídoto contra la enfermedad y la muerte. En lugar de cambiar sus planes para ir a visitar a su querido amigo (Jn 11, 3), Jesús decide quedarse donde está un par de días más.

¿Será que no le preocupa Lázaro?  Lo interesante del relato es saber que les dice a los discípulos que la enfermedad de Lázaro, aunque sea mortal, de alguna manera será para la gloria de Dios, y que el Hijo de Dios será glorificado por ello (Jn 11, 4).

¿Por qué nosotros queremos aliviar o evitar pronto el sufrimiento? Si el Evangelio de Juan nos dice que Jesús amaba a Lázaro, aun cuando no lo libró de su enfermedad ni de la muerte, porque nos va a librar a nosotros de sufrir enfermedades o incluso la muerte.

Marta y María, expresan sus sentimientos de frustración ante Jesús

Para cuando llega Jesús, Lázaro ya tiene cuatro días de haber muerto. Muchos lectores nos preguntamos: ¿Por qué se demoró tanto? Los medios no eran suficientes en ese contexto, pero si queremos ver la gloria de Dios, debemos esperar el tiempo de Dios, no es nuestro tiempo, sino esperar que se manifieste su gloria.

Nosotros no podemos desesperarnos, porque el mal, como lo digo insistentemente, quiere cerrar puertas de bendición, no podemos nosotros dejarnos desesperar como María y Marta, las hermanas de Lázaro, están comprensiblemente molestas, afanadas, irritadas e incluso no comprenden la falta de interés mostrada por Jesús. Cada una a su forma, le expresan su frustración.

Están convencidas de que su hermano no habría muerto si Jesús hubiera acudido cuando lo llamaron (Jn 11, 21.32). En ese momento, Jesús sentía la pena de María y Marta, su sensación de impotencia, su dolor y su pérdida. Así que, Jesús llora ante la muerte de su amigo Lázaro.

No es un “llanto vacío”, es un llanto de sentimiento humano natural, Jesús en su naturaleza humana, reconoce que sufre y participa del sufrimiento humano, sabe que lo va a levantar para que se manifieste la obra de Dios, aunque sabe de la frustración de las hermanas de Betania porque no acudió pronto.

Jesús reconoce que es el antídoto contra toda enfermedad y la misma muerte, pero obra a su debido tiempo. Nunca es demasiado tarde, para que se manifieste la gloria de Dios en Jesús.

En fin, hemos tocado el amor propio, el amor de Jesús por Lázaro, su amigo entrañable. Hemos llegado a una primera conclusión, todos sufrimos, muchos porque queremos sufrir, Jesús es el mejor antídoto contra cualquier desamor, pero no por eso, vamos a dejar de sufrir en la vida.

Tenemos tres primeras conclusiones, la primera es no dejar de amarnos a nosotros mismos, porque lo primero que podemos hacer es sanar nuestras heridas del desamor con el antídoto del amor de Jesús. Segundo, expresar los sentimientos es el mejor antídoto ante nuestras soledades,  envidias y la misma rutina de la vida.

No podemos morir del desamor de nuestra sociedad que nos aísla, nos fragmenta y no nos deja tener un respiro en los ambientes o círculos cercanos, para volver a conectar con Dios, siendo agradecidos y participando en experiencias significativas.

El tercero es el amor incondicional de Jesús que sabe de nuestros sufrimientos, y no por eso nos quita los mismos, sino que antes nos invita a encontrar consuelo, esperanza y así, comprender que las pruebas hacen parte de la vida, son inevitables. Lo que debemos hacer es vencer el miedo con el amor: “El amor vence el temor” (1Jn 4, 8).

Nunca es demasiado tarde para que obre Dios en nuestras vidas, aunque sintamos que estamos ahogándonos por los problemas, a veces no encontramos la salida o no vemos la solución a los problemas, Jesús nos ayudará a salir de cualquier situación adversa.


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios

Foto: Pixabay