La fe nos impulsa a cuidar la Creación y en este primer domingo de Cuaresma las lecturas bíblicas nos invitan a descubrir el llamado de Dios a vivir en armonía con la Creación, reconociéndola como un don que debemos cuidar con gratitud y responsabilidad.
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Que las lecturas para este domingo nos inspiren a transformar nuestra relación con la naturaleza, convirtiéndonos en custodios de la Creación con esperanza y amor.
Gratitud y responsabilidad con la Tierra (Dt 26, 1-2. 4-10)
Este pasaje del Deuteronomio nos invita a reconocer la tierra como un don de Dios, recibido con gratitud y administrado con responsabilidad, destacando la importancia del cuidado de la Creación como respuesta al amor divino.
La ofrenda de las primicias representa no solo el reconocimiento de la providencia de Dios, sino también la necesidad de una relación armoniosa con la tierra, basada en la gratitud y el respeto. Este texto nos anima a valorar la tierra no como un recurso para explotar, sino como un espacio sagrado que requiere nuestro compromiso para su conservación y justicia ecológica.
Así como el pueblo de Israel recordó su historia de liberación y dependencia de Dios, hoy estamos llamados a reconocer nuestra interdependencia con la naturaleza y asumir la responsabilidad de cuidar y proteger la Casa Común.
En el peligro, Dios está con la Creación (Salmo 90)
El Salmo nos recuerda que la protección de Dios acompaña a quienes confían en Él, incluso en medio de las adversidades. Además, nos invita a reconocer que la Creación también es sostenida por la providencia divina y que estamos llamados a ser custodios de ella.
La imagen de Dios como refugio y baluarte nos inspira a asumir nuestra responsabilidad en el cuidado de la Casa Común, protegiendo la biodiversidad y asegurando el equilibrio ecológico. En tiempos de crisis climática y destrucción ambiental, estas palabras resuenan con fuerza: “En el peligro, Señor, estás conmigo.”.
Dios no nos abandona en esta misión; Él nos fortalece para enfrentar los desafíos ecológicos con esperanza y compromiso, llamándonos a caminar con responsabilidad y amor sobre esta tierra que nos ha sido dada como hogar.
La fe nos llama a la justicia ecológica (Romanos 10, 5-13)
Este pasaje de la Carta a los Romanos nos invita a reconocer que la salvación es un don accesible para todos, sin distinción, y que la fe en Cristo nos lleva a una vida de justicia, esta enseñanza nos interpela a vivir una fe coherente que transforme nuestra relación con la Creación.
Si la Palabra de Dios está cerca, en nuestra boca y en nuestro corazón, entonces nuestra respuesta debe traducirse en acciones concretas de cuidado y responsabilidad con la Casa Común.
La fe no puede ser solo un sentimiento interior, sino que debe expresarse en un compromiso real con la justicia ecológica. Dios, que no hace distinciones entre los pueblos, nos llama a reconocer que toda la humanidad comparte la misma tierra y que la protección del medio ambiente es una tarea universal.
Vencer las tentaciones que dañan la Creación (Lucas 4, 1-13)
El pasaje del Evangelio de Lucas nos muestra a Jesús en el desierto, enfrentando las tentaciones que buscan desviarlo de su misión. Este relato nos interpela a reconocer las tentaciones que amenazan la Creación y nuestra relación con ella.
La primera tentación, convertir piedras en pan, nos recuerda que la explotación irresponsable de los recursos naturales, motivada por la avidez y el consumo sin límites, no es el camino que Dios quiere para la humanidad. La segunda tentación, el deseo de dominio sobre los reinos del mundo, nos alerta sobre la ambición desmedida que lleva a la sobreexplotación de la tierra y a la injusticia ambiental, olvidando que solo Dios es el verdadero Señor.
La tercera tentación, poner a prueba a Dios exigiendo signos extraordinarios, nos invita a no actuar con negligencia respecto a la naturaleza, esperando que Dios solucione las consecuencias de nuestra irresponsabilidad ecológica. Jesús vence estas tentaciones con fidelidad a la voluntad del Padre, mostrándonos que el verdadero camino es el de la sencillez, el respeto por la Creación y la adoración a Dios, quien nos confía la misión de cuidar y proteger la Casa Común.
Conclusión: Un compromiso de fe con la Creación
La Palabra de Dios nos llama este domingo a una profunda conversión ecológica, invitándonos a vivir con gratitud, justicia y responsabilidad en nuestra relación con la Casa Común.
Así como Jesús venció las tentaciones en el desierto, nosotros debemos resistir las seducciones del consumismo y la indiferencia ante el clamor de la tierra y de los pobres. La fe nos impulsa a cuidar la Creación, no como un recurso para explotar, sino como un don sagrado que refleja el amor de Dios.
Como nos recuerda el Papa Francisco en Laudato Si’: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental” (LS 139). Por ello, cada acción de cuidado del medio ambiente es también un acto de amor al prójimo y de fidelidad a Dios. Que esta reflexión dominical nos anime a ser auténticos testigos del Evangelio, comprometiéndonos con esperanza y decisión en la protección de la vida y de toda la Creación.
Por Marcial Riveros Tito. Teólogo y Contador Público
Foto: Pixabay
