Mi deuda con Nicolás Castellanos es antigua. En 1998 le visité para conocer su obra en un barrio marginal de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Me impresionó el ‘Centro Palencia de niños desnutridos’ de la fundación Hombres Nuevos, donde un centenar de criaturas de corta edad, unos en cunas y otros gateando, ocupaban una estancia digna y austera. “Son niños desnutridos que recogemos para darles alimento y cariño”, me dijo Nicolás.
Al acabar la visita, llamé a mi mujer, Ana Rodríguez, y le dije que estaba de acuerdo con la adopción de un niño. Ella llevaba años intentado convencerme y yo me resistía porque ya teníamos tres hijos biológicos. Ese día me sentí conmovido. Yo pensaba que adoptar un niño era hacerle un favor. Con los años, mi hija Sofía, adoptada en enero de 2001, me sacó del error: el favor nos lo ha hecho ella a nosotros, a Ana y a mí. Esa es mi deuda –enorme y perpetua– con el obispo dimisionario de Palencia.
De Palencia a Bolivia con los pobres
Nicolás Castellanos Franco dimitió del cargo eclesiástico de obispo de Palencia y optó por acercarse verdaderamente a los pobres en calidad de misionero. Escribe san Agustín (‘Ochenta y tres cuestiones diversas’, 35) que “si quieres conocer a una persona, no le preguntes por lo que piensa, sino por lo que ama”. Las palabras son cera, los hechos (1) son acero.
Si tuviera que resumir su personalidad moral, lo haría con dos afirmaciones suyas. La primera es un acertado diagnóstico: “En el norte os sobran medios para vivir, pero os faltan razones para existir. En el sur carecemos de casi todos los medios, pero nos sobran razones para vivir”.
La segunda es el primer mandamiento de Jesús: “Siempre hay que estar al acecho; donde hay un pobre, ahí está Dios”. Nicolás era uno de los ejemplos más claros de honestidad intelectual y compromiso cristiano en la historia reciente de la Iglesia. Hombre de Iglesia, libre y bueno; así lo proclama su lema episcopal: “En lo necesario unidad, en la duda libertad, y en todo caridad”.
(1) Grandes obras sociales del Proyecto Hombres Nuevos: cien escuelas, Facultad y Escuela Nacional de Teatro, Hospital Virgen Milagrosa, Casa de Encuentros Culturales, Formación y Espiritualidad ‘Beato Juan XXIII’, cinco comedores, 16 iglesias, 84 canchas polifuncionales, Ciudad de la Alegría, piscinas, escuelas técnicas superiores de Turismo y de Informática. Dos residencias universitarias, Centro social para ciegos, guarderías infantiles. Centro de día para adultos mayores, Centro para niños desnutridos que ha salvado a 5.000 criaturas abocadas a la muerte. Proyecto de Becas: gracias a ellas, se han formado más de 5.000 profesionales; diez colegios de convenio de Hombres Nuevos para dar calidad y calidez a la educación. Vivero de Microempresas, Hogar para los hijos de zafreros en Montero, seis internados, proyecto de agua potable para Coror en el altiplano, Orquesta Sinfónica Hombres Nuevos, Escuela de Música, viviendas sociales. Pabellón de enfermos de tuberculosis y sida en la cárcel de Palmasola. Casa de Acogida ‘Cardenal Terrazas’ para las mamás que tienen hijos en el oncológico.
