Francisco llama a toda la Iglesia a que se movilice contra la trata

  • Discurso a los participantes en la Conferencia Internacional sobre la Trata organizada en el Vaticano
  • Para el Papa, estamos ante “una de las manifestaciones más dramáticas” de la “mercantilización” humana

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La trata de personas es “una de las manifestaciones más dramáticas” de la “mercantilización” en la que, progresivamente, va cayendo el ser humano. Así lo ha denunciado Francisco en su encuentro, este jueves 11 de abril en el Nuevo Salón del Sínodo, con los participantes en la Conferencia Internacional sobre la Trata de Personas, organizada por la Sección de Migrantes y Refugiados del Departamento de Servicios para el Desarrollo Humano Integral.

Reunidos en el Vaticano desde el día 8, las decenas de expertos en trata de todo el mundo que han participado en las jornadas han escuchado a Bergoglio, que se ha referido a esta lacra como “una herida en el cuerpo de la humanidad contemporánea, un profundo flagelo en la humanidad de quienes la padecen y quienes la implementan”.

Desfigura la humanidad

“De hecho –ha lamentado el Papa–, el tráfico desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y dignidad”. Y es que la trata “constituye una violación injustificable de la libertad y la dignidad de las víctimas, dimensiones constitutivas del ser humano deseado y creado por Dios, por lo que debe considerarse un crimen de lesa humanidad”.

En este sentido, Bergoglio ha advertido que a los victimarios también les “deshumaniza”: “Los culpables de este crimen causan daños no solo a los demás, sino también a ellos mismos. De hecho, cada uno de nosotros está creado para amar y cuidar a los demás, y esto alcanza su clímax en el don del yo: ‘Nadie tiene más amor que este: dar su vida por sus amigos’ (Jn 15, 13)”. Así, “toda elección contraria a la realización del proyecto de Dios sobre nosotros es una traición a nuestra humanidad y renuncia a la ‘vida en abundancia’ ofrecida por Jesucristo”.

Congregaciones a la vanguardia

En la otra cara de la moneda, el Papa ha destacado a quienes luchan frente a este aberrante fenómeno y acompañan a sus víctimas, siendo su acción “un signo tangible del compromiso que muchas Iglesias locales han asumido generosamente en este campo pastoral. Por ello, ha querido mostrar “un agradecimiento especial a las numerosas congregaciones religiosas que han funcionado, y continúan operando, incluso en línea, como ‘vanguardia’ de la acción misionera de la Iglesia contra todas las formas de trata”.

Mucho se ha hecho y se está haciendo –ha proseguido Francisco–, pero queda mucho por hacer. Ante un fenómeno tan complejo como oscuro, como el tráfico de personas, es esencial asegurar la coordinación de las diversas iniciativas pastorales, tanto a nivel local como internacional. Las oficinas a cargo de las Iglesias locales, las congregaciones religiosas y las organizaciones católicas están llamadas a compartir experiencias y conocimientos y a unir sus fuerzas en una acción sinérgica que concierne a los países de origen, tránsito y destino de las personas objeto de trata”.

Coordinadión con la sociedad civil

Además de esta acción colegiada, el Papa ha llamado a ofrecer una respuesta coordinada junto a la sociedad civil: “Para que su acción sea más adecuada y efectiva, la Iglesia debe saber cómo hacer uso de la ayuda de otros actores políticos y sociales. La estipulación de colaboraciones estructuradas con instituciones y otras organizaciones de la sociedad civil garantizará resultados más incisivos y duraderos”.

Francisco ha concluido su discurso invocando la memoria de santa Josefina Bakhita, “reducida a la esclavitud de niña, vendida y comprada, pero luego liberada y ‘florecida’ como la hija de Dios”. Con este espejo, un cambio en positivo no es una utopía.

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