Los obispos de EE UU claman contra el racismo que “infecta a la nación” en el Día de Acción de Gracias

Protestas en Virginia tras los incidentes racistas de Charlottesville Estados Unidos

“El racismo es un ataque a la vida humana que infecta a la nación”. Así lo expresaron en una carta pastoral los obispos de Estados Unidos ayer, 21 de noviembre, en la víspera del Día de Acción de Gracias. La misiva –’Abrir nuestros corazones’–, aprobada en la última Asamblea Plenaria, aparece 40 años después de la anterior y aboga por la fraternidad en nombre de la dignidad humana, como informa La Stampa.

“A pesar de los muchos avances logrados en nuestro país, el racismo aún afecta a nuestros nación”, reconocen en estas 32 páginas los prelados. “La Iglesia en los Estados Unidos ha hablado de manera sistemática y decisiva contra el aborto, el suicidio asistido, la eutanasia, la pena de muerte y otras formas de violencia que amenazan la vida humana. El racismo es también un ataque a la vida humana”, remarcan los obispos aludiendo, aunque sin citar, a la política de cierre de fronteras de la Administración Trump. Y es que “con demasiada frecuencia el racismo se presenta en forma de pecado de omisión, cuando los individuos, las comunidades e incluso las iglesias permanecen en silencio y no actúan contra la injusticia racial cuando se presenta ante ellos”. Y recuerda que “Dios nos exige más”.

“Las ideologías del nacionalismo extremo están alimentando el discurso público estadounidense con una retórica xenófoba que incita al miedo contra los extranjeros, los inmigrantes y los refugiados”, mantienen. Y añaden, antes de pedir perdón e invitar a todos los fieles a hacerlo: “El racismo comparte el mismo pecado que llevó a Caín a matar a su hermano. Cada acto racista, cada comentario, cada broma, cada aspecto despectivo, como la reacción al diferente color de piel, origen étnico o lugar de origen, es un verdadero fracaso”.

La diócesis de Brownsville, en pie de guerra contra Trump

Donald Trump quiere construir su muro antiinmigrantes en la frontera con México. Pero no había contado con que unos terrenos por donde pasaría es propiedad de la Iglesia. En concreto, de la Diócesis de Brownsville, que tiene allí una capilla. El obispado ya ha alegado que se trata de una intromisión ilegal del Gobierno que atenta contra la libertad religiosa y se prepara para plantarle cara ante la justicia y evitar que se derribe la pequeña iglesia que lleva más de 100 años allí.

El Gobierno, sin embargo, ha advertido ya ante la justicia que planea arrancar 67 hectáreas a la hacienda donde se asienta la iglesia, un paso previo para hacerse con estos terrenos para construir el muro cuando Trump consiga la financiación necesaria del Congreso, según informa Telemundo.

“El obispo respeta mucho las responsabilidades de los hombres y mujeres implicados en la seguridad fronteriza, pero, a su juicio, las propiedades de la iglesia no deberían usarse para el propósito de construir un muro fronterizo”, ha replicado en un comunicado la diócesis. Y ha añadido: “Esa estructura limitaría la libertad de la iglesia para ejercer su misión en el valle del Río Grande, así que, por principios, el obispo no da su consentimiento”.

‘Con el papa por Ucrania’ recoge 16 millones de euros

El Vaticano ha comunicado que la campaña ‘Con el papa por Ucrania,’ lanzada hace dos años en toda Europa, ha recaudado 16 millones de euros. De este montante se han beneficiado 900.000 personas que viven en las zonas más afectadas por el conflicto con Rusia.

Los fondos recogidos por las diócesis europeas se han utilizado sobre todo “para prepararse para el invierno en estas zonas donde se alcanzan los 25 grados bajo cero, con la instalación de calderas y reparto de mantas y ropa invernal, así como la reestructuración de casas, escuelas y centros sanitarios”. Cerca de 6 millones de euros se han destinado a repartir medicinas, organización de ambulatorios móviles y maquinaria y otros 2,5 millones en productos alimenticios y de higiene.

Por ejemplo, la Conferencia Episcopal Española recogió 1,6 millones de euros, de estos 300.000 fueron aportados por los obispos y el resto fueron donativos de los fieles recaudados en una colecta especial en todas las iglesias de España.

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