“Aprendamos del nacimiento de Jesús el estilo de la sencillez y la humildad, y juntos, hagamos que este sea cada vez más el estilo de la Iglesia, en todas sus expresiones”. Este ha sido el deseo compartido por León XIV a los empleados del Vaticano al recibirlos hoy en audiencia para felicitarles la Navidad.
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“Hoy no tenemos que hablar de trabajo, pero quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerles a cada uno por la labor que realizan. Estoy conociendo el Vaticano como un vasto mosaico de oficinas y servicios, y poco a poco, con la ayuda de Dios, creo que podré conocerlos al visitar los diversos entornos laborales”, ha comenzado diciendo.
El Vaticano y el portal de belén
El Papa ha mostrado su alegría por el encuentro y ha hecho paralelismos entre su trabajo y el desempeñado por todas las figuras del belén: “La imaginación popular a menudo ha incluido muchas figuras de la vida cotidiana, que pueblan el espacio alrededor de la gruta. Así, además de los inevitables pastores, protagonistas del acontecimiento según el Evangelio, encontramos figuras que representan diversas profesiones: el herrero, el posadero, la lavandera, el afilador de cuchillos, etc.”.
Y ha proseguido: “Naturalmente, se trata de profesiones antiguas: algunas han desaparecido o se han transformado por completo. Sin embargo, conservan su significado dentro del belén. Nos recuerdan que todas nuestras actividades, nuestras tareas cotidianas, adquieren pleno sentido en el plan de Dios, centrado en Jesucristo”.
León XIV en su saludo de Navidad a los trabajadores del Vaticano
Para León XIV, “es como si el Niño Jesús, desde el pesebre donde yace, lo bendijera todo y a todos. Su presencia dulce y humilde difunde la ternura de Dios por doquier. Mientras María y José adoran al Niño y los pastores se acercan maravillados, los demás personajes continúan con sus tareas cotidianas. Parecen ajenos al acontecimiento central, pero no es así: en realidad, cada uno participa tal como es, permaneciendo en su lugar y haciendo lo que le corresponde, su trabajo”.
“Me gusta pensar que esto también puede ser así para nosotros, en nuestras jornadas laborales: cada uno cumple con su tarea y alabamos a Dios precisamente por hacerla bien, con compromiso. A veces estamos tan absortos en el trabajo que no pensamos en el Señor ni en la Iglesia, sino en el mismo acto de trabajar con dedicación, esforzándonos por dar lo mejor de nosotros mismos, y también —para ustedes, laicos— con amor a su familia, a sus hijos, esto glorifica al Señor”, ha aseverado.