En el cuarto domingo de Adviento, a las puertas de la Navidad, el papa León XIV ha rezado el ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro desde la ventana de su estudio, en el Palacio Apostólico Vaticano. A todos saludó tras la bendición, especialmente a grupos de peregrinos de diferentes partes de Italia y del mundo. También saludó especialmente a los niños romanos que han llevado las figuritas del Niño Jesús que colocarán en sus belenes para ser bendecidos por el Papa. “Queridos niños, delante del nacimiento, rezad a Jesús también por las intenciones del Papa, en particular rezamos juntos para que todos los niños del mundo puedan vivir en paz”. Además deseó a todos una “santa y serena Navidad”.
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Una misión inesperada
A partir del relato navideño del evangelio de Mateo, el Papa destacó cómo a José “Dios le revela su misión en sueños” (cf. Mt 1,18-24), un “hombre frágil y falible —como nosotros— y, al mismo tiempo, valiente y fuerte en la fe”. Un “hombre justo” que cumple con las tradiciones religiosas del tiempo pero que, además, es “una persona extremadamente sensible y humana”, explicó el pontífice. Y es que ante el embarazo de María “no elige la vía del escándalo y de la condena pública a su futura esposa, sino el camino discreto y benévolo del repudio en secreto”.
“La pureza y la nobleza de sus sentimientos se vuelven aún más evidentes cuando el Señor, en sueños, le revela su plan de salvación, indicándole el rol inesperado que deberá asumir: ser el esposo de la Virgen Madre del Mesías”, prosiguió León XIV ensalzando que “con un gran acto de fe, deja también la última orilla de sus seguridades y navega mar adentro hacia un futuro que ya está totalmente en las manos de Dios”, apuntó citando a san Agustín.
“Piedad y caridad, misericordia y abandono; estas son las virtudes del hombre de Nazaret que la liturgia nos propone hoy, para que nos acompañen en estos últimos días de Adviento, hacia la santa Navidad”, resumió. Para el Papa estas “son actitudes importantes, que educan el corazón al encuentro con Cristo y con los hermanos, y que nos pueden ayudar a ser, los unos para los otros, pesebre acogedor, casa confortable, signo de la presencia de Dios”.