Tres de las cinco clarisas ancianas de la comunidad monástica de Belorado que fueron rescatadas por la Guardia Civil del convento de Orduña donde residían actualmente han tenido que permanecer esta noche ingresadas en el hospital de Basurto después de que los profesionales sanitarios confirmaran que llegaron en un estado deficiente de salud, según ha podido confirmar ‘Vida Nueva’. Las otras dos religiosas ya se encuentran bajo el cuidado de dos comunidades de monjas pertenecientes a la Federación de Clarisas de Nuestra Señora de Arantzazu, que aglutina a 14 monasterios.
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De esta manera, se confirmarían las sospechas de los agentes de la Benemérita que el pasado 28 de noviembre acudieron a Orduña para registrar el monasterio dentro de la operación relacionada con una supuesta venta ilegal de obras de arte. Una vez allí, detectaron que quizá las cinco monjas mayores, de entre 87 y 101, pudieran no estar bien atendidas o requerir ayuda. Así lo trasladó el equipo de la Guardia Civil a través de un informe al Juzgado de Instrucción Número 5 de Bilbao. Fue entonces cuando la jueza responsable del caso abrió diligencias y decidió mover ficha y activar una comisión judicial que se presentó ayer en Orduña.
Ya el pasado mes de agosto, por orden del tribunal de Briviesca se intentó trasladar a las clarisas ancianas, un intento frustrado por la propias ex religiosas cismáticas que ocupan tanto Belorado como Orduña.
A las diez de la mañana
Ayer, en torno a las diez de la mañana, la misma jueza encabezaba esa comisión judicial con apoyo de la Guardia Civil de Burgos y médicos forenses. Tras verificar el estado de vulnerabilidad en el que se encontraban las veteranas monjas, se decidió que todas pasaran un reconocimiento en el hospital de Basurto. Una vez allí fue cuando los profesionales sanitarios decidieron que tres de ellas permanecieran ingresadas en el centro, mientras que las otras dos descansan ya en su nuevo hogar con los cuidados de dos comunidades de clarisas católicas.
Mientras esto sucedí, sor Paloma, una de las monjas cismáticas que fue detenida por la operación de supuesta venta ilegal de objetos, relataba en redes sociales su particular versión del dispositivo de la Benemérita: “No nos dejan salir, estamos heladas, se están llevando a sor Lucía, no sé qué clases de personas son, esto es un secuestro”, denunciaba en tono apocalíptico. “Debemos de ser unas monjas muy peligrosas para tengamos la casa de guardias civiles”, llegó a decir sor Paloma.
Quejas compartidas
Lo cierto es que, desde que las ocho clarisas de Belorado decidieran separarse de Roma en mayo de 2024, el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, siempre ha reclamado que liberaran a las monjas mayores para que pudieran continuar llevando una vida acorde con los principios de la Iglesia católica, amén de la preocupación por su salud. Ante la negativa de las cismáticas, incluso se llegó a presentar allí una comitiva de clarisas para atender a las ancianas, una iniciativa que impidió la ex abadesa, sor Isabel de la Trinidad. A esto se suman las quejas de las familias de las religiosas mayores, que también han visto cómo les resultaba
Desde el equipo de Iceta se muestran satisfechos por el rescate y confirman que las monjas “serán felizmente acogidas por sus hermanas y recibirán la atención esmerada y fraterna que merecen, respondiendo a todas sus necesidades personales, sanitarias, comunitarias y espirituales, viviendo según la Regla de Santa Clara que ellas siempre han profesado habiéndose negado a participar del cisma”.