“Al acercarse la Navidad, tengamos cuidado de no dejarnos llevar por la actividad frenética de los preparativos, que terminaría siendo superficial y dando lugar a la decepción. En cambio, tomémonos el tiempo para mantener nuestro corazón atento y vigilante mientras esperamos a Jesús, para que su presencia amorosa se convierta para siempre en el tesoro de nuestra vida y nuestro corazón”. Este es el consejo de León XIV para estos últimos días de Adviento y que ha compartido con los fieles en la plaza de San Pedro en un miércoles más de audiencia general.
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En este mismo sentido, ha invitado a poner el belén: “Dentro de unos días será Navidad, e imagino que en sus hogares se está terminando o ya se ha terminado el belén, una conmovedora representación del Misterio de la Natividad de Cristo. Espero que un elemento tan importante, no solo de nuestra fe, sino también de la cultura y el arte cristianos, siga formando parte de la Navidad, para recordar a Jesús que, haciéndose hombre, vino a ‘habitar entre nosotros'”.
Antes, retomando el ciclo de catequesis de este Año Jubilar, ‘Jesucristo, nuestra esperanza’, el Papa ha centrado su meditación en el tema ‘La Resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual. La Pascua como refugio para el corazón inquieto’.
Para el Pontífice, “Jesús crucificado y resucitado nos hace una promesa: el corazón que lo busca no quedará desilusionado. Su Palabra nos ayuda a entender que en medio de los compromisos de cada día, con alto riesgo de dispersión, desesperación o de falta sentido, estamos invitados a volver a lo esencial de nuestra existencia”.
León XIV, durante la audiencia general
“No somos máquinas, sino hombres y mujeres con un corazón”
Según sus palabras, “el Señor nos recuerda que no somos máquinas sino hombres y mujeres con un corazón, que es la síntesis de nuestros pensamientos, sentimientos y afectos. Es el centro de nuestra persona: ‘Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón’, nos dice el Evangelio”.
De este modo, “la vida del Resucitado guía el corazón inquieto a la fuente del gozo que no termina ni decepciona: el Dios amor. A Él se llega amando al hermano de carne y hueso, en cuyo rostro encontramos a Cristo mismo”, ha agregado.
En su saludo a los peregrinos de lengua española, ha instado a pedir al Señor que “nos enseñe a decir con san Agustín: ‘Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti’, y con ese deseo entremos en el dinamismo del amor para el que fuimos creados, caminando hacia Cristo, la esperanza que no defrauda”. Y ha concluido recordando que “los cristianos están llamados a abrir sus corazones al amor a Dios y al prójimo, para que se llenen de verdadera paz y alegría”.