Mary’s Meals: una comida y un pupitre para cambiar Haití (y el mundo)

Mary's Meals en Haití

En un mundo cada vez más roto por la guerra, el hambre y la dificultad de muchos niños y jóvenes para poder recibir una educación, Mary’s Meals es un movimiento internacional que combate esas lacras de un modo integral… y aparentemente sencillo. El mismo consiste en ofrecer a los menores participantes en el programa una comida al día y siempre en la propia escuela, garantizando así que reciben una alimentación y una formación básicas, y en un contexto seguro.



De un modo totalmente gratuito (lo que es posible gracias a las donaciones recibidas y a su gran número de voluntarios), este pequeño gran milagro se encarna cada día en más de tres millones de escolares de 16 países de África, Asia y América, todo ellos en contextos de especial vulnerabilidad.

‘La Generación de la Esperanza’

Como reivindica la ONG al compartir la base de su identidad, “comprobar cómo estos niños están ahora aprendiendo a leer y escribir, con el estómago lleno, en lugar de tener que trabajar o mendigar su comida, nos impulsa a continuar y hacer crecer nuestro movimiento”. Y es que “creemos firmemente que algún día será adultos bien alimentados, educados y sacarán a sus comunidades de la pobreza, dejando de depender de la ayuda. Los llamamos ‘La Generación de la Esperanza’”.

Mary's Meals en Haití

Mary’s Meals en Haití

Todo surgió dos décadas atrás bajo el primer impulso del escocés Magnus MacFarlane-Barrow, quien, en 2003, fundó el movimiento en Malawi, acompañando a 200 estudiantes con esta sencilla fórmula. Y es que, un año antes, en ese país africano, una conversación le cambió la vida: fue la que tuvo con Edward, un niño enfermo (junto a sus cinco hermanos) de sida. Al preguntarle por el futuro con el que soñaba, el chico le dijo esto: “Quiero tener suficiente comida e ir un día al colegio”. Ahí confirmó que los grandes cambios estructurales son los que nacen de pequeños gestos. Como poder comer en una escuela a la que se tiene la fortuna de poder asistir.

Aunque, en realidad, esta historia se retrotrae otros 20 años, hasta 1983, cuando la familia de Magnus tuvo una fuerte experiencia espiritual en el santuario mariano de Medjugorje, en Bosnia-Herzegovina, y puso en marcha un centro para peregrinos. Una década después, sacudidos por la Guerra de los Balcanes, su hermano Fergus y él llevaron un primer convoy de ayuda a la zona.

Conduciendo desde Escocia

Impresionado por toda la ayuda solidaria que conseguían en su entorno, acabó yendo hasta en 23 ocasiones, conduciendo desde Escocia, para llevar bienes básicos para la población. La fuerza de lo vivido fue tal que decidió dejar su trabajo y creó la organización benéfica Scottish International Relief (SIR). Ese sería el embrión de Mary’s Meals, ya con una dimensión mundial.

Magnus MacFarlane-Barrow, fundador de Mary's Meals

Magnus MacFarlane-Barrow, fundador de Mary’s Meals

Para hacernos una idea de la incidencia de esta respuesta en un entorno concreto, lo mejor es acudir a uno de los países en los que están presentes, como Haití. Sumido en una profunda espiral de desesperanza, con buena parte del país caribeño en manos de las bandas y con la violencia y el hambre campando cruelmente a sus anchas, nos encontramos con que ahí, pese a todas las dificultades logísticas, la asociación alimenta cada día a 196.000 niños en 600 escuelas.

Entre los beneficiados están Chantrelle y su hijo Walker, de 11 años, que puede ir al colegio y alimentarse gracias a la asociación. Un pequeño milagro diario, pues viven en Maïs Gâté, una zona cercana a Tabarre, controlada en buena parte por las bandas, por lo que el miedo marca el día a día. Hasta el punto de que, como asegura la madre, que se gana la vida de tendera, “es como si los niños estuvieran en la cárcel. No salen apenas a la calle y, salvo para lo necesario, están en casa por temor de lo que les pueda pasar”.

Miedo por las bandas

En la escuela en la que se forma el joven Walker nos encontramos con Myrlande, la cocinera del centro. Mejor que nadie, ella sabe lo esencial del apoyo de Mary’s Meals para poder seguir abiertos: “Cuando no hay comidas en la escuela, los niños no vienen. Y, cuando hay comidas, siempre vienen… Es así. Sus padres no quieren que sus hijos estén fuera, en la calle, y que les puedan tentar desde las bandas. Por eso, venir aquí y tener la comida es la mejor manera de mantenerlos en la educación y alejados de la violencia”.

Todo ello lo confirma Emmline Toussaint, una de las coordinadoras del programa de alimentación escolar de Mary’s Meals en Haití: “La comida es el mayor incentivo. Para evitar que los niños se unan a una banda, tenemos que centrarnos en la pobreza. Es la pobreza lo que les está matando… Viven una pesadilla. Por eso, somos más necesarios que nunca. Hacemos todo lo posible para que los niños coman todos los días, porque, si no tenemos el programa de alimentación escolar, los niños no tendrán nada”.

Mary's Meals en Haití

Mary’s Meals en Haití

Según calcula Mary’s Meals, alimentar a diario a un niño durante todo el curso escolar en su programa solo cuesta 22 euros. Algo que solo es posible gracias a la implicación de sus voluntarios, que regalan su tiempo a los demás sin cobrar nada a cambio y que provienen de más de 40 países, incluido España, donde cuentan con delegaciones en Madrid y Barcelona.

Además, cada uno, en su casa, puede sumarse a este alud fraterno contribuyendo económicamente con la fundación. Por alrededor de lo que cuesta cenar una noche en un restaurante medio en nuestro país, se puede ayudar, durante nueve meses, a un niño de un entorno vulnerable a que cada día acuda a la escuela y reciba una comida sana y equilibrada.

Fotos: Mary’s Meals.

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